Unas 30.000 personas asistieron a la misa celebrada por el papa Francisco el sábado en el estadio nacional de Baréin, en el tercer día de visita, que quedó marcado por una protesta de familias de condenados a muerte en este reino musulmán del golfo.
La policía detuvo brevemente a 10 personas que se manifestaron frente a una escuela donde el pontífice debía hablar y pidieron reunirse con él, dijo a AFP el Instituto de Bahrein para los Derechos y la Democracia (BIRD), grupo con sede en Londres.
"¡La tolerancia no existe para nosotros aquí en Bahrein!", rezaba el cartel que llevaba Hajar Mansur, madre del activista encarcelado Sayed Nizar al Wadaei -director de la ONG BIRD-.
El papa, que no estuvo en contacto directo con los manifestantes, fue recibido con bailes y flores dentro del colegio Sagrado Corazón, donde llamó a los estudiantes a "adoptar la cultura del cuidado" y a "dialogar".
Desde la revuelta de 2011 en el contexto de la Primavera Árabe, Baréin ha sido acusado regularmente por oenegés e instituciones internacionales de llevar a cabo una feroz represión contra los disidentes políticos, en particular los de la comunidad chiita, en un país gobernado por una dinastía sunita.
El gobierno, por su parte, asegura que no tolera la "discriminación" y que ha puesto en marcha mecanismos para proteger los derechos humanos.
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"Coexistencia"
"Esta tierra es una imagen viva de coexistencia en diversidad e incluso una imagen de nuestro mundo, cada vez más marcado por la constante migración de pueblos y por el pluralismo de ideas, costumbres y tradiciones", afirmó Francisco.
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El papa llegó el jueves a este reino insular de 1,4 millones de habitantes para una visita de cuatro días, la segunda a un país del golfo tras la efectuada en 2019 a Emiratos Árabes Unidos.
Baréin, que formalizó relaciones diplomáticas con la Santa Sede en el año 2000, cuenta actualmente con 80.000 católicos, según el Vaticano.
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Francisco está dedicando la mayor parte de su visita a Baréin a reuniones con responsables gubernamentales y figuras religiosas, aunque para los católicos de esta pequeña isla el momento más importante del viaje era la misa del sábado.
Algunos de los 30.000 fieles de 111 nacionalidades que lo esperaban no pudieron contener las lágrimas por la emoción de ver al papa argentino de 85 años en el mayor recinto deportivo, situado en Riffa.
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Francisco, que se movía en silla de ruedas y bastón debido a problemas de rodilla, sonrió y saludó a la multitud desde el papamóvil, rodeado por decenas de miembros del personal de seguridad.
"¡Estamos tan ilusionados con la idea de ver al papa!", dijo a AFP Philomina Abranches, una voluntaria india de 46 años que reside en Baréin.
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"¡Todo el mundo quiere ver al papa! Es el sueño de toda una vida para todo el mundo venir a verlo. (...) Representa ante todo la paz mundial. Es esto lo que necesitamos ahora", añadió.
Marguerite Heida, de 63 años, se sentía "afortunada" por asistir "al mayor evento del año". "La gente va generalmente a Italia para ver al papa y no siempre consiguen hacerlo. Yo lo vi ayer en la iglesia y lo veré hoy. También pude darle la mano y obtener su bendición", dijo esta cristiana de Baréin.
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Francisco ha convertido la relación con el islam en uno de los pilares de su papado. Hace tres años, en Emiratos, celebró una misa ante 170.000 personas y firmó una declaración cristiano-musulmana a favor de la paz.
Desde su elección en 2013, Francisco ha visitado una decena de países de mayoría musulmana, entre ellos Jordania, Turquía, Bosnia y Herzegovina, Egipto, Bangladés, Marruecos e Irak.
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