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Manolo’s Bakery, un ejemplo de esfuerzo y orgullo colombiano

Manolo cree que hay dos fuerzas que mueven el mundo: el orgullo que infunde miedos y cosas aburridoras, y el amor que cambia el mundo.

Manolo’s Bakery
Manolo’s Bakery
Foto: Blu Radio

Cuando uno llega a Charlotte y saben que es colombiano, de la primera persona que le hablan es de Manolo (Manuel José Betancourt Montoya) y de Manolo’s Bakery.

Me emociona saber que hay colombianos valiosos haciendo buena historia fuera de país. Alguien le dijo un día que por qué el interés de hacer las cosas bien.

Manolo dejó Colombia hace 23 años, pero se enamoró de Estados Unidos cuando en 1994 representó a nuestro país en Tekwondo; estaba en bachillerato. Les dijo a sus papás que se quería quedar y le dijeron “usted no se manda solo”. Estudia y cuando sea grande hace lo que quiera.

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Pero por qué realmente Manolo dejó Colombia

Cuando estuvo en el buque gloria se ennovió con una americana y ella le ayudó a conseguir una beca para estudiar ciencias políticas, porque quería venir, convertirse en un líder y regresar a Colombia a trabajar por su país.

Manolo llegó a un pueblito en Tennessee, donde estaba el King College, hoy King University, y nadie hablaba español. Por cuenta de no tener el idioma ni siquiera lavaba platos; era el que recogía las sobras.

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Sus compañeros abusaban del inmigrante, pero él tomó todo lo que le pasaba para que le diera fortaleza.

En ese entonces le pagaban 100 dólares al mes, pero tenía que pagar 90 a una tarjeta de crédito con la que compró los libros y sólo le quedaban 10 dólares

Manolo cree que hay dos fuerzas que mueven el mundo: el orgullo que infunde miedos y cosas aburridoras, y el amor que cambia el mundo.

Manolo ha hecho cosas muy importantes. Cuando se graduó de la King University en Tennessee, de la cual es miembro de la junta (primera vez que un inmigrante es miembro de la junta en más de cien años) y ya traía textiles desde Colombia; le estaba yendo bien, pero a lo que se quería regresar -que era ser político- no quiso porque no podía lidiar con la corrupción, la inseguridad. Entonces decidió quedarse y trabajar por los inmigrantes y creó una especie de organización como “los cuerpos de paz” pero a nivel interno, comenzó a ver la realidad de los inmigrantes. Se cambió de estado, le dieron una orden de deportación y estando en ese proceso: "Cuando el juez llega y me dice - cuénteme su historia- le conté todito y me dijo —Manolo sabe que, primero quiero darle las gracias por todo lo que usted ha hecho por este país, segundo usted es un ejemplo pa que muchos americanos sigan, tercero usted se queda aca y se hace ciudadano ".

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"Fui a que me deportaran y me dieron la ciudadanía, poquitos cuentan esa historia", agregó.

Como dicen quienes lo conocen, eso le pasó por buena gente, por pensar en los demás y no ser egoísta. Es un convencido de que se puede hacer platica, pero también ayudar. Y le llegó su premio, porque lo llamaron nada más y nada menos que de Standford por recomendación de un empresario de Charlotte, para que adelantara un programa de desarrollo para pequeñas empresas de inmigrantes que -según la U- llegan al millón en ventas y ahí se quedan, los enseñan a pensar en grande.

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En Standford hizo un trabajo de emprendimiento de ideales porque se pueden hacer ganancias, cultura y cambio social. Cuando Manolo presentó el video, le dijeron al auditorio: esto es lo que queremos, los Manolos que queremos en este país. Y cómo les parece que es el video que Standford utiliza para promocionar el programa.

El pan llega a su vida por cuenta de su primer matrimonio. Él reconoce que no inició la panadería, pero sí vio una gran oportunidad por la cantidad de pan que se consume. Alcanzó a abrir tres puntos, pero la recesión del 2008 quebró el negocio; entonces recordó el programa que adelantó en la universidad con los migrantes de las montañas; le quitó sillas al carro, llevó el pan, salvó el negocio y lo compró.

Y así aprendió a hacer pan, a rodearse y aprender de panaderos del mundo. En la pandemia repartió más de cinco mil tortas, se volvieron temporalmente restaurante. Pero de todo este aprendizaje llega el capítulo Ukrania en noviembre de 2022. Manolo se emocionó, guardó silencio y dijo que la única manera de que el mal gane es que los hombres buenos hagan nada, y que lo más fácil era -como hacen las empresas- mandar plata y sentirse en paz con Dios.

Manolo ha estado en Ukrania y ha ayudado a reconstruir panaderías. Resultó allá, en invierno y con el frío de la muerte, como duramente describe; luego de una campaña por redes sociales después del mar di gras. Les dijo a sus seguidores que todas las ganancias de la venta de rosca de reyes eran para enviar a Ukrania. Normalmente vendían 40: "Ese dia vendimos cuatrocientas (...) Conseguí 10mil dólares".

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Manolo va a regresar, tal vez más pronto para que no lo coja el frío. Él es un símbolo de esperanza desde su panadería. Manolo se siente ciudadano de mundo, no es amigo de las banderas, porque para él las banderas restringen, cierran el paso a las culturas que no pertenecen a otra bandera. Él les dice a los que llegan que no la pongan, que vendan con orgullo los platos de sus países, pero que no les cierren el paso a los mismos americanos que quieren probar de lo nuestro.

Le pregunté a Manolo qué ha cambiado en la vida de migrante en estos 23 años. Guardó silencio, se le aguaron los ojos, no pudo hablar hasta que reconoció que la esencia es la misma, del paisa, del arriero, del emprendedor, del colombiano alegre : "son 23 años de lagrimas y sacrificios, en estos hombros se carga la buena imagen de Colombia y la enseñanzas de mis padres.

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Escuche la entrevista completa aquí:

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