Los constantes apagones en Ucrania generados por los bombardeos rusos a las plantas eléctricas, complican la vida de las personas enfermas que necesitan de un respirador para vivir

Decenas de miles de ucranianos que viven en medio del conflicto pasan sus días a la incertidumbre, pues dependen de la electricidad para mantener en funcionamiento sus equipos médicos

Ese es el caso de Mozgovi, un hombre que padece de esclerosis amiotrófica, una enfermedad neurológica degenerativa que lo dejó paralizado en una cama e incapaz de respirar por sí solo

"Como ve, está vivo. Eso significa que he resuelto el problema",

dice a la AFP su esposa, Liudmila Mozgova, en un apartamento de Kiev, la capital del país en guerra

Desafortunadamente, los apagones se han convertido en una cuestión de vida o muerte desde que el ejército ruso inició los ataques en el mes de octubre a las plantas eléctricas

Cuando ocurrió el primer gran apagón, Valentin tuvo que respirar por sí solo durante diez insoportables minutos. "La forma en que respiraba daba miedo ¡No sabíamos qué hacer!", cuenta su mujer

Para ayudarlo a soportar los inevitables apagones sin que tenga que esforzarse mucho para mantenerse con vida, la esposa de Mozgovi instaló un sistema de almacenamiento de energía y baterías adicionales para el respirador y el colchón médico que regula su presión

Aún así, a pesar de los esfuerzos, su situación de vida es muy precaria

Quienes no tienen los recursos necesarios para pagar un equipo médico costoso, se han visto en la obligación de internar a sus familiares en los hospitales

Ese es el caso de Tetiana Venglinska, quien no tuvo más remedio que llevar a su madre de 75 años a un centro médico, pues padece de un cáncer pulmonar que le impide respirar por sí sola

La noche del 17 de diciembre el apagón duró más de 10 horas. Cuando se agotaron todas las fuentes de energía y quedaban 40 minutos de batería en el respirador, Tetiana llamó a una ambulancia privada para hospitalizar a su madre

Una decisión que le salvó la vida porque la casa de Venglinska estuvo sin electricidad durante los cuatro días siguientes. "Sin duda habría muerto", afirma

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