Esto debido al cambio climático que afecta los árboles, haciendo que los cultivos no resistan, ocasionando su escases.
En la península Calcídica, en el noreste de Grecia, la ausencia de invierno resulta difícil de soportar para millones de olivos de la región, muchos de los cuales, como resultado, ya no producen ninguna aceituna.
La agricultora griega Zaharula Vassilaki contempla con admiración un enorme olivo bicentenario que, pese al rayo que lo alcanzó hace varios años, es uno de lo pocos que todavía produce sus frutos.
"El clima ha cambiado y los árboles no pueden resistirlo. Ya no tenemos invierno", lamenta la agricultora de 48 años que produce de forma ecológica en el pueblo de Polygyros.
"En este momento, las temperaturas deberían ser de 10 grados", precisa Nikos Anoixas, miembro del consejo de administración de Doepel, la organización nacional interprofesional griega de aceitunas de mesa.
Por su parte, Vangelis Evangelinos, de 62 años, que cultiva olivas comestibles en sus terrenos familiares desde que es niño, no recuerda unas condiciones climáticas tan adversas como las que ha sufrido su región este año, ni de una cosecha tan mala.
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