La mañana del 11 de septiembre de 2001, justo cuando se cometía el peor atentado terrorista contra los Estados Unidos de todos los tiempos, el entonces presidente republicano George Bush adelantaba una visita a niños de la escuela Emma E. Booker en Saratosa, Florida.
El encargado de transmitir la confirmación del crudo ataque contra el corazón financiero de Estados Unidos fue Andrew Card, jefe de gabinete de la Casa Blanca, quien se acercó al mandatario y le comunicó al oído la terrible noticia.
"Abrí la puerta del aula y el grupo de prensa se reunió en la parte trasera del aula. Me acerqué al presidente, me incliné y le susurré al oído derecho: 'Un segundo avión'. Fui muy, muy sucinto, muy decidido con mi pronunciación. 'Un segundo avión chocó contra la segunda torre. América está bajo ataque '. Y me aparté del presidente para que no pudiera hacerme una pregunta y luego volví poco a poco a la puerta", contó Card a NBC News.
George Bush quedó de una sola pieza, estupefacto. Pasaron entonces los cinco minutos más largos de su existencia. La parálisis del mandatario en medio del peor momento de la historia de Estados Unidos ha sido pieza de debate histórico y objeto de duras críticas.
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