Un año después de tratar de separar Cataluña del resto de España, el expresidente regional Carles Puigdemont intenta desde el exilio relanzar su desafío con un nuevo partido que pretende reunificar el independentismo ante unas bases cada vez más impacientes.
Pero muchos de sus antiguos aliados, que apuestan ahora por posiciones más moderadas, ya han rechazado unirse a su nuevo partido, La Crida (El Llamado), que convocó su convención fundacional el sábado por la tarde en Manresa, 60 km al norte de Barcelona.
Ni el lugar, ni la fecha son casuales: a apenas 6 km de la cárcel de Lledoners, donde esperan juicio por rebelión varios líderes independentistas, y justo un año después de que el Parlamento catalán proclamara una república independiente, el 27 de octubre de 2017.
Mientras los fieles al expresidente seguirán su discurso por una pantalla gigante, los militantes más radicales, los Comités de Defensa de la República (CDR), protestarán ante la sede del gobierno regional de Barcelona, dirigido por un fiel a Puigdemont, Quim Torra, para reprocharle su prudencia.
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El mensaje de la protesta: "Un año de renuncias, un año de sumisión. ¡Basta! ¡Tomemos las calles!".
Estos comités, formados hace un año para preparar el referéndum ilegal de autodeterminación que precedió a la proclamación de la república, se han caracterizado por sus acciones contundentes.
El 1 de octubre, en el aniversario de ese referéndum marcado por la violencia de los policías enviados por Madrid para requisar las urnas, se enfrentaron a la policía regional catalana cuando querían ocupar la sede del Parlamento regional.
Por su parte, la influyente asociación ANC, organizadora de masivas manifestaciones independentistas, llamó a sus militantes a presentarse el sábado en edificios de la administración regional para reclamar la publicación en el Diario Oficial de la proclamación de independencia.
La proclamación fue entonces baldía: ningún país reconoció la efímera república y el gobierno español tomó el control de Cataluña, suspendiendo de facto su autonomía, después de destituir al ejecutivo de Puigdemont y disolver el Parlamento para convocar elecciones anticipadas en diciembre.
No recuperó la autonomía hasta el 2 de junio, cuando el gobierno de Quim Torra tomó posesión.
Fiel a Puigdemont, Torra lo visita regularmente en Bélgica y el martes presentará el llamado Consejo de la República, una especie de gobierno en el exilio creado para que lo presida desde su nueva casa en Waterloo (Bélgica).