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George Bush, el presidente que ganó la guerra, pero perdió la reelección

Bush formalizó los acuerdos para el fin de la Guerra Fría y ganó la guerra de Kuwait, pero internamente la economía no iba bien y recibe el castigo de los electores.

276703_George H. W. Bush - Foto: AFP
George H. W. Bush - Foto: AFP

Después de ser el vicepresidente de la administración de  Ronald Reagan, Bush logró convertirse con facilidad en el mandatario número 41 de los Estadounidenses. Su primera misión fue sellar los acuerdos para el fin a 44 años de Guerra Fría con el último líder de la Unión Soviética, Mikhail Gorbachev. Este fue uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX en el que Bush jugó un papel protagónico.
 
Un año y medio después de asumir la presidencia, Bush anunciaba en agosto de 1990 que Estados Unidos entraba a la Guerra del Golfo contra el régimen de Saddam Hussein por su invasión a Kuwait.
 
Bush desplegó tropas y lideró la coalición más grande después de la Segunda Guerra Mundial para defender a Kuwait y evitar un corte el suministro de petróleo. Seis meses después, en febrero de 1991 Los Estados Unidos salían victoriosos de la guerra. Bush estaba tranquilo con los logros en política exterior, pero internamente las cosas no iban bien, el país atravesaba por una recesión económica. El público  estadounidense veía a Bush como un empresario  que no interpretaba las necesidades económicas de la gente.
 
La campaña de 1992 no era sobre la guerra, el tema era la economía y ahí es donde aparece el carismático gobernador de Arkansas, Bill Clinton, quien si supo leer lo que el público quería oír en materia de empleo y salarios. 
 
Con la victoria de Clinton, en 1992,  Bush pasa a la historia como el presidente que gana la guerra pero pierde la reelección. 
 
Pasaron 15 años para que la dinastía de los Bush regresara a la Casa Blanca en cabeza de George Bush hijo, quien en su gabinete incorporó  parte del equipo de gobierno de su papá, quienes querían terminar el trabajo de sacar a Saddam Hussein. En un discurso similar al de 1990, George Walker Bush volvía a declararle la guerra a Hussein que para sectores liberales de los Estados Unidos era la continuidad de la Guerra del Golfo, pero con un argumento distinto que eran las armas de destrucción masiva que supuestamente poseía Irak.
 
Las consecuencias de la guerra fueron determinantes para el fracaso de la campaña de Jeb Bush. El patriarca de la dinastía murió a los 94 años y no logró ver a su segundo hijo convertido en presidente ni el cierre de la guerra desatada por su hijo mayor.
 

 
 

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