Un hombre ha entregado en un parque de bomberos de la localidad belga de Lieja un obús de la Segunda Guerra Mundial que descubrió en el sótano de la casa de su padre, un gesto que los brigadistas desaconsejan al tratarse de un artefacto explosivo.

Sin embargo, los bomberos reciben la entrega con preocupación. El capitán Cédric Scheen advierte sobre los peligros de manipular objetos explosivos como este. Aunque el obús parece inofensivo en su estado actual, cualquier mal manejo podría tener consecuencias catastróficas.

La situación se complica cuando los bomberos informan al Ejército sobre el hallazgo. Ante la presencia de un artefacto de guerra, se activan protocolos de seguridad y se decide llamar a los artificieros militares para su manejo adecuado.

Mientras tanto, se establece un perímetro de seguridad alrededor del parque de bomberos para proteger a los ciudadanos y evitar cualquier posible riesgo. La colaboración entre los servicios de emergencia es fundamental para garantizar una respuesta coordinada y efectiva ante esta situación delicada.

El consejo del capitán Scheen es claro: en caso de encontrar artefactos sospechosos, es crucial no tocarlos y notificar a las autoridades competentes de inmediato. Esta precaución puede salvar vidas y prevenir accidentes graves.

Este incidente destaca la importancia de la educación pública sobre los riesgos de objetos explosivos y la necesidad de actuar con cautela en situaciones similares. La seguridad debe ser siempre la máxima prioridad cuando se trata con elementos potencialmente peligrosos como este obús de la Segunda Guerra Mundial.

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