Olena Palamarchuck nació en Vinnytsia, Ucrania, una ciudad al suroccidente de Kiev, sin embargo, asegura que se siente como una colombiana más pues ya lleva 30 años viviendo en nuestro país.
Su esposo llegó en 1985 a su ciudad para hacer sus prácticas en medicina, Olena trabajaba en ese hospital como enfermera de quirófano y lo que dice que empezó como un amor de jóvenes estudiantes, se ha convertido en 33 años de matrimonio.
“En el año 92, en agosto, yo llegué a Colombia a iniciar la vida desde ceros, a este bello país que realmente me acogió muchísimo y lo considero como mi segundo hogar”.
Ella llegó a Campo Alegre, un municipio en el Huila de donde es su esposo, pero también ha vivido en Neiva y desde hace 3 años vive en Bogotá. Su esposo es urólogo y cirujano; ella es enfermera. Pero pese al amor que tiene Olena por Colombia, asegura que su vida ha cambiado para siempre desde el pasado mes de febrero, cuando el ejército ruso empezó la invasión a su país.
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“Hay un antes del 24 de febrero y un después del 24 de febrero. Nunca va a ser la vida de mi país igual a antes, pero estoy absolutamente segura que mi país va a florecer y vamos a obtener la victoria”.
Pero además dice que uno de los dolores más grandes es ver el sufrimiento que le causa a su mamá la situación que vive Ucrania, quien tiene ya 83 años y por fortuna una semana antes de la invasión llegó a Colombia para empezar un viaje que tenía con Olena.
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“No puedo llorar frente a sus ojos porque tengo que ser suerte. Para ella es muy dramático y trágico porque ella es hija de la Segunda Guerra Mundial. Ella recuerda todavía todavía los tiempos de la Segunda Guerra Mundial”.
Sin embargo, el resto de sus familiares se niegan a salir de Ucrania, pues “para ellos es muy importante estar en su país y servir a su país. Si hay necesidad ellos están dispuestos a ayudar en todo lo que se pueda”.
La mayoría de los creyentes en Ucrania son ortodoxos y no son católicos, sin embargo, Olena asegura que que Dios es uno solo en todos los lugares, la fe, dice ella, es lo que ha ayudado a los ucranianos a mantener la esperanza durante los días de la guerra.
“No sé si llegue el momento en nuestras vidas de perdonar. Aunque sabemos que uno debe perdonar según nuestras creencias, pero sin embargo actualmente no se puede hablar de esto porque ellos han hecho muchísimo daño a nuestro país”.
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Esta colombo ucraniana se siente absolutamente orgullosa de su país y asegura que Ucrania pasará a la historia como un ejemplo de valentía, una valentía que para ella de ahora en adelante llevará una bandera de dos colores: el azul y el amarillo.
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