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El legado de Jimmy Carter: una vida dedicada a la justicia y la diplomacia

Carter redefinió lo que significa la vida después de dejar el poder, convirtiéndose en un modelo de dedicación y compromiso.

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Jimmy Carter
Foto: AFP

Jimmy Carter , quien falleció este domingo a los 100 años, dejó una marca indeleble en la historia de Estados Unidos. Su ascenso, improbable desde sus orígenes como magnate del maní en Georgia, lo llevó a la Casa Blanca, pero su legado más duradero fue su vida posterior a la presidencia.

Carter redefinió lo que significa la vida después de dejar el poder, convirtiéndose en un modelo de dedicación y compromiso, tanto en la política estadounidense como mundial.

Carter murió después de una larga batalla contra un melanoma que, al igual que en su familia, afectó su hígado y cerebro, una enfermedad que también había cobrado la vida de su padre y tres de sus hermanos.

Considerado uno de los líderes más progresistas en la historia de Estados Unidos, su presidencia (1977-1981) fue eclipsada por la crisis de los rehenes estadounidenses en Irán, un acontecimiento que debilitó su popularidad y lo etiquetó como un presidente débil en los círculos conservadores. Sin embargo, el tiempo le dio la razón, y su mandato pasó a ser valorado positivamente, culminando con la obtención del Premio Nobel de la Paz en 2002.

"Mi vida después de la Casa Blanca ha sido la más gratificante para mí", expresó Carter en una rueda de prensa en 2015. Con una personalidad ambiciosa, competitiva y guiada por una profunda moralidad, Carter marcó un nuevo estándar para la vida post-presidencial, utilizando su capital político para seguir influyendo y generando cambios en el mundo.

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Jimmy Carter
Foto: AFP

Junto a su inseparable esposa Rosalynn, con quien estuvo casado por 69 años, Carter impulsó el Centro Carter en 1982, cuyo objetivo era abordar los conflictos, la pobreza, las enfermedades y el hambre. “Lo que queríamos hacer Rosalynn y yo era llenar vacíos, resolver problemas que otros no querían o no podían afrontar”, comentó en una entrevista de 2011.

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El exasesor de la Casa Blanca Stuart Eizenstat destacó el impulso de Carter por abordar desafíos intratables, sin importar el costo político o el tiempo que pudiera tomar. Esta determinación le permitió lograr uno de sus mayores éxitos: negociar la paz entre Israel y Egipto en 1978, un logro que sería fundamental para su legado.

Nacido en 1924 en Plains, Georgia, en un pequeño pueblo de apenas 600 habitantes, Carter creció en una granja de cacahuetes y algodón, en una región empobrecida del sur de EE.UU. Su padre, Earl, era un segregacionista, pero su madre Lillian, una enfermera, le inculcó una visión inclusiva y libre de prejuicios raciales.

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Tras graduarse en la Academia Naval de Annapolis, Carter se unió a la Marina, pero en 1953 regresó a Plains para hacerse cargo de la granja familiar. Su interés por la política nació de sus vínculos con la iglesia bautista local, donde también predicó, y en 1962 fue elegido para el Senado estatal. Después de un primer intento fallido, en 1970 logró la gobernación de Georgia, y en su campaña se presentó como un político accesible y cercano, lo que lo catapultó a la presidencia.

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Jimmy Carter
Foto: AFP

Su mandato en la Casa Blanca se destacó por logros en la política exterior, como los tratados de paz entre Egipto e Israel, la reanudación de relaciones con China y los tratados que otorgaron soberanía a Panamá sobre el Canal. A nivel nacional, creó los departamentos de Educación y Energía, y luchó contra la inflación y la dependencia del petróleo extranjero, aunque su presidencia fue marcada por la crisis del petróleo de 1979.

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A pesar de la crisis de los rehenes en Irán, que terminó justo cuando él dejaba el cargo en 1981, Carter continuó su labor diplomática tras dejar la presidencia, hablando incluso con enemigos de EE. UU. como Corea del Norte y Cuba, logrando una relevancia internacional única para un expresidente.

A lo largo de su vida, Carter cultivó varias pasiones, como correr, nadar y pintar, además de escribir más de 30 libros. A su muerte, su legado se consolida no solo por sus logros políticos, sino por su compromiso incansable con la justicia y los derechos humanos. Muchos esperan que, con el tiempo, su figura sea reconocida de manera similar a la de otros grandes presidentes, como Harry Truman, cuya popularidad creció después de dejar la Casa Blanca.

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Al final de su vida, Carter se centró en su familia, especialmente en su esposa Rosalynn, sus 22 nietos y biznietos, y la Biblia que leía cada noche en Plains, el lugar donde comenzó su increíble viaje.

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