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El COVID permitió estudiar mejor la contaminación, los resultados no fueron los que se esperaban

El confinamiento de los seres humanos, ayudó a que el impacto negativo en el aire, se redujera. Sin embargo, al estudiarlo, se generaron mayores inquietudes al obtener resultados inesperados

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Foto: AFP

Investigadores de la Universidad de Cádiz crean un análisis multifractal para analizar el ozono que respiramos, responsable del 9% de las muertes por contaminación del aire en el mundo . Sorprendentemente, el confinamiento no frenó la cantidad de ozono, pero un nuevo método de estudio confirma que alteró el comportamiento de las masas existentes.

Era un secreto a voces, una obviedad: la contaminación descendió drásticamente con el confinamiento que nos metió a todos en casa y vació calles y carreteras. Sin tráfico y con menos polución, la calidad del aire debía mejorar. Sin embargo, las cuentas no cuadraban, ahí estaba un extraño componente que flota en el aire sin alterarse lo más mínimo: el O3.

El ozono (O3) es un gas que cuenta con tres átomos de oxígeno. No es lo mismo hablar de la capa de ozono que nos protege desde la estratosfera como filtro solar, que del ozono que hay en la superficie, el troposférico, que tiene graves implicaciones para la salud humana y del ecosistema.

"Trabajar con el O3 es muy complejo", explica a Sputnik el responsable de un nuevo hallazgo respecto al peligroso gas, Pablo Pavón. El investigador del Departamento de Ingeniería Mecánica y Diseño Industrial de la Universidad de Cádiz ha dado con una nueva manera de medir y analizar la presencia del O3.

Era muy raro, algo no cuadraba

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"Cuando empezamos a comprobar los datos de muestreo del aire algo no nos cuadraba. Las calles estaban vacías, no había emisión de gases en la ciudad que muestreábamos, sin embargo, el ozono troposférico permanecía, no bajaba". Los datos eran elocuentes para otros contaminantes, el muestreo de la calidad del aire cifraba la disminución de dióxido de nitrógeno en un 41%, por ejemplo.

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A nivel global, el muestreo de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirma descensos similares en todo el mundo para la polución, analizando más de 60 ciudades de 25 países, con hasta una reducción de hasta el 40% de los elementos más dañinos en el aire, causados por tráfico o producción energética.

Sin embargo, en pleno confinamiento, los valores de O3 seguían iguales en el sur de España. Este gas es complejo, es un contaminante secundario, no emana de los tubos de escape o viene de la atmósfera. No hay un foco, sino que se forma con reacciones entre la radiación solar y contaminantes primarios, como son los óxidos de nitrógeno (NO, NO2) y compuestos volátiles (COV); los primeros sí tienen que ver con el tráfico y los segundos con industrias y factorías. Son elementos en los que existe una relación lineal entre actividad humana y su incremento.

Pero, si se conforma a raíz de contaminantes que sí descendieron, ¿por qué no descendía también el ozono?

Ahí está la motivación de este nuevo trabajo. El O3 depende de otros factores muy diversos como el clima, el transporte de la masa flotante, viento, etc… , detalla Pavón, cuyo trabajo junto a la Universitè des Antilles y la oficina independiente de estudios e investigaciones KaruSphère SASU de Guadalupe, en el Caribe ha permitido dar con una nueva manera de trabajar con el O3 y de entenderlo.

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Bienvenidos al análisis multifractal

La nueva técnica posibilita al equipo una precisión inédita que muestra patrones que habían pasado desapercibidos con los anteriores métodos. Hasta ahora, los análisis se valían de datos en base a "estadística y muestreo tradicional". El equipo ha hecho una especie de 'zoom temporal', no buscando los resultados, sino las tendencias, el comportamiento del O3. "Hemos tratado la señal con algoritmo que analiza el comportamiento, subdividiéndolo en escalas temporales y hemos constatado cambios en las pautas de ozono". Eureka, el problema era la medición, no el misterioso ozono.

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La respuesta está en la diferencia de las muestras en distintas escalas temporales, comparando el patrón de comportamiento, y no la media de los resultados, en periodos que van desde los 8 segundos a 28 días. La nueva mirada permite saber que, si bien el O3 no desapareció con el apagón del tráfico rodado en el confinamiento, sí cambió su comportamiento, "se convirtió en una señal más simple, con menos cambios y variabilidad".

El hecho de que el gas sea más 'predecible' es interesante ya que, en mediciones globales, el comportamiento ha sido muy diferente. "Estas conclusiones son para el entorno urbano del sur de España —que es de dónde se han tomado las muestras— pero hay otras ciudades del mundo dónde sí creció o decreció", detalla Pavón. En cualquier caso, la nueva mirada confirma la influencia de la actividad humana —y del tráfico— en este contaminante cuyo comportamiento ahora entendemos mejor.

¿Por qué es importante entender el O3?

El trabajo con el O3 siempre ha sido lento. Los primeros datos en el Mediterráneo proceden de finales de los 70, aunque las medidas a nivel europeo no empezaron a ponerse en marcha hasta casi una década después. Los análisis del O3 oficiales confirman que es necesario territorializar las medidas, ya que el comportamiento del contaminante es distinto en cada zona.

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El nuevo análisis, que emana de los datos de Sevilla, confirma que el tráfico, pero sobre todo el calor influye, " los índices más altos coinciden con las horas de más calor", revela Pavón. Más calor, equivale a más actividad oxidante para el cuerpo humano.

Los efectos para nuestra salud se dan sobre todo en verano, alterando las funciones respiratorias por inflamación de los pulmones, insuficiencia respiratoria o asma, por ejemplo. La contaminación del aire ha provocado en todo el planeta un aumento de la mortandad que va de los 2,3 millones de muertes en 1990 a las 4,5 de 2019. El ozono es responsable del 9% de estas muertes. Nos conviene seguir conociendo mejor ese gran misterio que es el O3.

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