En una manifestación cientos de criadores de perros se congregaron frente a la oficina presidencial en Seúl, Corea del Sur, para expresar su descontento ante un proyecto de ley que busca prohibir la ancestral tradición surcoreana del consumo de carne de perro.
El controvertido proyecto ha generado tensiones, ya que los granjeros argumentan que la medida les ocasionaría pérdidas económicas y defienden el derecho individual de decidir sobre el consumo de este animal doméstico.
Los manifestantes, con pancartas y consignas, expresaron su preocupación sobre el impacto económico que supondría la prohibición de la industria de carne de perro, la cual ha sido parte de la cultura surcoreana durante miles de años. Además, sostienen que la decisión de consumir o no carne de perro debe ser personal y no dictada por leyes gubernamentales.
En caso de que la prohibición se implemente, los criadores advirtieron que podrían liberar a los perros que tienen en su poder como forma de protesta frente al edificio gubernamental.
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Corea del Sur y la carne de perro
El consumo de carne de perro tiene profundas raíces en la historia surcoreana, remontándose a épocas en las que era una fuente esencial de alimento, especialmente en momentos de escasez.
Aunque en la actualidad su consumo ha disminuido considerablemente, sigue siendo parte de la cultura coreana, especialmente asociado al bosintang, un guiso tradicional consumido durante el verano.
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La controversia en torno a la carne de perro persiste, con defensores que argumentan su legitimidad cultural y detractores que la consideran cruel y señalan riesgos para la salud pública.
El gobierno surcoreano ha tomado medidas previas para reducir el consumo, como la prohibición de la venta en ferias callejeras en 2018 y planes para prohibir la cría de perros para consumo humano en 2023.
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