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Conozca a Irma González, la "Dama de goma" que abrió puertas a mujeres en lucha libre

Lo que catapultó a La Novia del Santo, otro de los nombres que usó Irma González en sus 56 años de trayectoria, fue la habilidad con la que sometía a sus rivales con la llave "La Tapatía".

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Foto: Twitter @Ring604.

Irma González pasó los primeros años de su vida como trapecista y acróbata en un circo, en donde la conocían como la "Dama de goma" y sin pensarlo se preparaba para convertirse en una de las luchadoras que abrió las puertas a las mujeres en el pancracio mexicano.

"En el circo era trapecista y acróbata. Tenía tres números. Alguien me dijo que con mi agilidad podría ser una luchadora y le hice caso", explicó a EFE la primera mujer que recibirá un reconocimiento en Homenaje a Dos Leyendas, la mayor veneración que un esteta puede tener en la Arena México, la catedral de la lucha libre mexicana.

Irma Morales, nombre de pila de la deportista, era conocida en el circo como la "Dama de goma" por su capacidad para contorsionarse al punto de poder darse una vuelta de espaldas.

Esto la llevó con sólo 13 años a debutar en un ring y mostrar una técnica que la llevó a ser de las primeras gladiadoras mexicanas en representar a su país en Alemania y Japón, que cuenta con una tradición de lucha libre femenina.

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Lo que catapultó a La Novia del Santo, otro de los nombres que usó González en sus 56 años de trayectoria, fue la habilidad con la que sometía a sus rivales con la llave "La Tapatía", en la cual el ejecutante necesita de fuerza y flexibilidad en brazos y piernas para sostener a su rival por los aires mientras está acostado.

Sin embargo, antes de conseguir logros en su carrera como salvar su cabellera en más de 10 combates, rapar a Chabela Romero, su más grande rival; obtener el título mexicano de parejas femeninas con su hija Irma Aguilar, González tuvo que ayudar a romper el techo de cristal en el pancracio mexicano. La exgladiadora de 86 años decidió convertirse en luchadora en una de las épocas más difíciles para hacerlo en México, en los años 50.

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En 1954 Ernesto Uruchurtu, gobernante en este tiempo de Ciudad de México, y el escritor Luis Spota, presidente de la Comisión de la Comisión de Box y Lucha Libre en la capital mexicana, prohibieron que las mujeres participaran en funciones en el epicentro del pancracio mexicano por considerar que daban un mal ejemplo a la sociedad.

Durante esta prohibición, las luchadoras combatieron fuera de Ciudad de México y del Estado de México, un municipio colindante con la capital que cuenta con las más grandes arenas del pancracio independiente.

A pesar de ello, comandas por González y Romero, las gladiadoras se las ingeniaron para estelarizar carteleras en funciones que muchas veces eran integradas sólo por mujeres y no se contaba con el apoyo de grandes empresarios.

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"Recuerdo que algunos compañeros hombres de entonces nos llamaba 'adefesios' o nos decían que nos fuéramos a nuestras casas a lavar los trastes. Sin embargo nos ganamos su respeto, ellos pensaban que iban a ver peleas de jalones de pelones y nosotras mostramos nuestras ganas de aprender y profesionalismo", añadió Morales.

El veto en la capital se terminó hasta 1986, cuando Irma ya era una leyenda de la lucha libre y estaba en los últimos años de carrera.

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González se dijo orgullosa de ver que su legado ha impulsado el presente que vive la lucha libre femenina mexicana, que con regularidad figura en las funciones de la Arena México, y sólo espera que las jóvenes gladiadoras combatan con "el corazón", lo que consideró la clave para ser exitosa en el deporte.

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