El terremoto de Año Nuevo demolió edificios de madera en toda la península japonesa de Noto, pero un pequeño poblado de pescadores se mantuvo en pie gracias a su arquitectura tradicional.
Algunas tejas se soltaron pero ninguna de las 100 estructuras de Akasaki, en la costa oeste de la península, colapsó por el terremoto de magnitud 7,5, cuyo epicentro se situó a pocos kilómetros de distancia.
Después del temblor, Masaki Sato condujo toda la noche desde su casa a 300 km, en Tokio, para revisar la casa de 85 años que posee desde 2017 y que funciona como hostal veraniego.
"La casa está sobre un terreno muy estrecho y el edificio tiene muchas habitaciones pequeñas, con muchas columnas" que la fortalecen, explicó a AFP el hombre de 43 años.
Para soportar la fuerte lluvia, nieve y vientos marinos del mar de Japón, la casa de Sato y la mayoría de las otras de Akasaki tienen pocas ventanas de vidrio.
Sus muros exteriores están hechos de sólidas láminas de madera colocadas horizontalmente. La estructura se sustenta en postes gruesos que cruzan el techo.
El terremoto y sus varias réplicas mataron dejaron hasta ahora 165 muertos, 565 heridos y 323 desaparecidos, indicaron este lunes las autoridades.
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