Como un total misterio han calificado la búsqueda del submarino argentino Ara San Juan desaparecido hace un año.
Omisión de recomendaciones, desvió de medios de comunicación a zonas donde se sabía que no podía ser encontrado y el descarte de áreas que, armadas de Estados Unidos, Gran Bretaña y Chile habían indicado en noviembre de 2017 como las más probables para hallarlo, son solo algunos de los interrogantes que han surgido en este caso.
Sin embargo, hay una duda aún mayor en la búsqueda del San Juan y es el hecho de que fue hallado un año después de haber implosionado. ¿Sería esto una estrategia para generar más impacto?
Expertos submarinistas se preguntan: ¿Por qué observadores de la armada y familiares embarcados en el Seabed no podían tener acceso al cuarto de procesamiento ni a las imágenes que mandaban los minisubmarinos? ¿Cuál era realmente su acompañamiento en la búsqueda si no se les daba el acceso que necesitaban?
Posibles respuestas
Muchas de las respuestas a estas preguntas podrían ser contestadas con el hecho de que más de 25 embarcaciones de altos oficiales que dirigían la búsqueda fueron removidos de su cargo.
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También hay que tener en cuenta que, el pasado 6 de noviembre, el Gobierno lanzó una licitación para la búsqueda de petróleo y gas en aguas argentinas donde 20 multinacionales manifestaron su interés en las áreas a licitar y que coinciden con las rastreadas para buscar el San Juan.
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La tumba marina del ARA San Juan
Fuentes militares consultadas por el diario El Clarín explicaron que el hallazgo fue en la llamada “1 área 15 A-4”, a pocas millas del “punto dato Cabo de Hornos 1”, referencia que el buque científico chileno había registrado en noviembre de 2017 y zona donde se emitió el último mensaje radial enviado por el San Juan antes de desaparecer.
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¿Qué frenó el hallazgo?
En noviembre del año pasado, un vehículo operado a distancia (ROV), fue usado en esa área y bajó de manera recta en contraposición a los vehículos submarinos autónomos (AUV) de Ocean Infinity, los cuales permiten barrer zonas y así para poder diferenciar objetos metálicos entre las rocas del cañadón submarino.
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Luego, llegó el buque ARA Austral a analizar la información recogida por otros buques participantes.
Ante esto, la armada británica ofreció el traslado de un vehículo submarino autónomo desde Gran Bretaña hasta Malvinas con el fin de operar a bordo del buque de guerra HMS Protector.
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Hay que resaltar que el 5 de diciembre de ese año, según lo reseña el diario El Clarín, se envió a Buenos Aires el ofrecimiento y la necesidad de hacerlo luego de recibir “un pedido formal del Gobierno argentino”.
Sin embargo, dicho pedido nunca fue contestado a Gran Bretaña. El ministro de Defensa, Oscar Aguad, tampoco se enteró de la oferta.
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Así las cosas, ante la ausencia de ese vehículo que era fundamental para comprobar si el contacto metálico hallado era o no el San Juan, nunca llegó, retrasando la búsqueda.
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