Al menos dos personas murieron y otras once resultaron heridas este lunes en un presunto atentado suicida cerca de la embajada rusa en Kabul, que se produjo cuando el atacante detonó los explosivos que portaba en las inmediaciones del recinto.
El suceso tuvo lugar este mañana en la avenida Darul Aman, en el suroccidente de la capital "frente a la embajada rusa, cuando el atacante suicida intentó atacar al jefe de seguridad de la embajada" cerca del área para visitantes, dijo el jefe policial de la zona, Malavi Saber.
El atacante suicida se inmoló en la calle al verse descubierto por las autoridades "antes de que llegara a su objetivo, causando la muerte de dos civiles e hiriendo a otros once", dijo Saber.
"Entre los muertos se encuentra un trabajador afgano de la Embajada rusa y un civil", precisó, mientras que un miembro de las fuerzas de seguridad de los talibanes se halla entre los once heridos.
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Another Suicide Bomb Blast in #Afghanistan.
— Ritam App English (@RitamApp) September 5, 2022
- 8 died and 10 injured till now in a blast that took place around 11am today near Russian Embassy in #Kabul, Afghanistan.#Russian #Talibans #bomblast pic.twitter.com/8BwLcp1F1q
El Ministerio de Exteriores ruso informó por su parte a la agencia Interfax que el ataque suicida se produjo "muy cerca del departamento consular" y "mató a dos empleados de la embajada", al tiempo que se produjeron también bajas entre los civiles afganos.
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De momento ningún grupo armado ha reivindicado la autoría del ataque, aunque el grupo yihadista Estados Islámico (EI) suele estar detrás de estos ataques, convertido en la principal amenaza desde el regreso de los talibanes al poder hace un año.
Rusia fue uno de los primeros y pocos países en defender el acercamiento con los talibanes, pese a no contar con el reconocimiento de la comunidad internacional.
Aunque Moscú tampoco ha hecho oficial su reconocimiento del régimen de los fundamentaslistas, es una de las pocas naciones que mantiene activo su servicio diplomático en Afganistán.
La seguridad del país se ha convertido en un desafío para los talibanes, que desde su llegada al poder han visto cómo Afganistán padecía algunos de los ataques más sangrientos de los últimos años.
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El pasado agosto al menos 21 personas murieron y una treintena resultó herida también en un atentado suicida en una mezquita de la capital afgana.