Las motos, sin importar su tamaño o cilindraje, son sinónimo de adrenalina y velocidad, razón por la que acelerar y sentir el viento en el cuerpo, es una de las sensaciones que más apasiona a los amantes de este tipo de vehículos.
Pero más que acelerar, el verdadero éxito de una conducción adecuada es el arte del frenado, ya que es en este punto donde la mayoría de conductores se equivocan y, más que producir desgaste en el mecanismo de la moto, se corre el riesgo de sufrir un accidente.
El secreto, según señalan expertos, está en saber jugar tanto con el trasero como delantero, en su justa medida, para que la moto no pierda estabilidad y el frenado sea suave.
Usar solo el freno trasero causa que se bloquee la rueda, se pierda el equilibrio y se produzca una caída, al igual que frenar únicamente con el delantero, causará que se derrape y la estabilidad de la moto se vea comprometida.
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A la hora de frenar se deben relajar los brazos, pero mantelos firmes, mientras que las piernas deben apretar la moto para que así el centro de gravedad de mantenga.
Pese a que el freno delantero debe ser el protagonista, siempre se debe empezar con el trasero, ya que hacerlo de forma inmediata con la llanta del frente, causaría rápidamente una caída.
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El procedimiento correcto es presionar inicialmente, y de forma leve, el freno trasero con el pie derecho, lo que ayudará a disminuir la fuerza con la que la moto se desplaza y hace bajar el centro de gravedad de esta.
Una vez conseguido este efecto, se empezará a presionar en mayor medida el freno delantero, lo que por inercia ayudará a que este centro de gravedad se equilibre entre el frente y la parte trasera.
Lo que permitirá esto es que haya una estabilidad en el frenado y se mantenga el control.
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