En un llamado urgente a las autoridades europeas, el consejero delegado de Renault, Luca de Meo, ha expresado su preocupación por el proceso de debilitamiento del sector automovilístico europeo, especialmente en el ámbito de los carros eléctricos, debido a la creciente competitividad de los coches eléctricos chinos, que se perciben como más avanzados y atractivos en términos de costos.
En una carta dirigida a cientos de funcionarios de la Unión Europea (UE) y hecha pública este martes, De Meo ha destacado la existencia de una "competencia desequilibrada", señalando que mientras Europa está inmersa en una regulación masiva, China ofrece sustanciales ayudas y planificación estratégica, mientras que Estados Unidos ha implementado un plan de estímulo para su industria automotriz.
En una entrevista con Le Monde, De Meo, quien también preside la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA), ha subrayado que no está a favor del cierre del mercado de la UE a China, ya que sería contraproducente dada la dependencia de Europa respecto al gigante asiático en materia de suministro de tecnología y componentes esenciales para la fabricación de vehículos eléctricos.
"Lo que propongo son nuevas reglas. El mercado no es una foto fija, es un vídeo, una película. Cambia. Tal vez necesitamos un enfoque defensivo durante un cierto tiempo", explicó De Meo.
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En este contexto, la Comisión Europea ha iniciado una investigación sobre las ayudas públicas otorgadas por China al sector automovilístico, lo que podría resultar en la imposición de aranceles a las importaciones chinas. Sin embargo, De Meo prefiere evitar esta medida, argumentando que las decisiones finales no dependen de los fabricantes europeos.
De acuerdo con el diagnóstico de De Meo, el costo de fabricar un automóvil eléctrico medio del segmento C en Europa es entre 6.000 y 7.000 euros más alto que en China, lo que representa aproximadamente el 25 % del precio total del vehículo. Esta diferencia se atribuye a las subvenciones estatales en China y a la mayor escala de producción en el país asiático.
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Ante esta situación, De Meo propone seguir el ejemplo de cómo los fabricantes europeos ingresaron al mercado chino en los años 1980, estableciendo empresas conjuntas con compañías europeas que tendrían una participación del 50 % y la obligación de adquirir componentes localmente.
El CEO de Renault también critica el "acumulamiento de normas y reglas" medioambientales que enfrentarán los fabricantes europeos de automóviles hasta 2030, lo que considera muy penalizante para la industria local en comparación con otros bloques mundiales menos estrictos.
En respuesta a estos desafíos, De Meo propone una serie de medidas, incluida la promoción de cooperaciones entre fabricantes para desarrollar y comercializar vehículos pequeños y furgonetas de bajo costo ensamblados en Europa, así como incentivos a la compra de vehículos eléctricos, desarrollo de infraestructuras de recarga y tecnología de hidrógeno asociada a fuentes de producción verdes.
En conclusión, Renault insta a las autoridades europeas a establecer medidas de protección para el mercado de vehículos eléctricos en Europa, al mismo tiempo que se mantiene abierta a la innovación y colaboración con China en el campo de la movilidad descarbonizada.
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