Los servicios ecosistémicos de las praderas marinas, cuyo día se conmemora este primero de marzo, hacen de estos espacios un "activo clave" en la carrera contra la crisis climática y de biodiversidad, lo que "contrasta con el mal estado de conservación en el que se encuentran", según expertos.
La tasa media de pérdida de estos ecosistemas "oscila entre un 1 y un 2 % por ciento anual", asegura a EFE Miguel Ángel Mateo, líder del Grupo de Ecología de Macrófitos Acuáticos, perteneciente al Centro de Estudios Avanzados de Blanes (Ceab-Csic).
Sólo en el Mediterráneo "desde los años 80 se ha perdido un 20 %", precisa, de manera que hoy día cuentan con una extensión conocida de unos 40.000 kilómetros cuadrados en este mar.
Con esta superficie, capturan en torno a medio millón de toneladas deCO2 anuales: no es el mayor activo que tienen, en comparación con otros ecosistemas como los bosques, pese a lo cual "las praderas marinas atesoran un gran 'stock' en sus sedimentos, acumulado durante miles de años", que forma parte del conocido como "carbono azul".
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Las marismas y los manglares son los ecosistemas que, junto con las praderas marinas, integran el "carbono azul" y, entre todos, se calcula que retienen el equivalente a cinco años de emisiones antropogénicas, según el investigador del Ceab-Csic.
El marco voluntario de certificación de las absorciones de carbono en la UE, acordado el pasado diciembre entre el Consejo y el Parlamento Europeo, incluye también a este tipo de carbono, si bien "el texto todavía no ha sido adoptado oficialmente", confirma a EFE el responsable de políticas públicas de la organización Wetlands International, Moritz Adam, quien espera que esté disponible a finales de marzo.
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Este marco voluntario proporcionará unos estándares "que generen confianza e impulsen la inversión en la restauración de los ecosistemas de carbono azul" aunque advierte de que "también es peligroso, debido al hecho de que sólo se centre la atención en el carbono" en lugar de ampliar el foco y enfrentar otros problemas ambientales.
Por encima de su labor mitigadora, Mateo destaca otras funciones ecosistémicas de interés de las praderas marinas: por ejemplo, su utilidad como filtros de contaminantes, incluyendo pesticidas y exceso de nutrientes.
Además, actúan como protección contra la erosión del litoral y son la base de la cadena alimentaria en ecosistemas costeros, como sustento de muchas especies con interés comercial para el ser humano.
Para su protección y recuperación, el investigador plantea que "más allá de replantar praderas, lo que hay que hacer es evitar el deterioro del hábitat, es decir, mejorar la calidad del agua", para lo cual aboga por la mayor instalación y el perfeccionamiento de depuradoras que eviten la emisión de contaminantes y nutrientes a los espacios marinos.
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Restaurar praderas, en especial posidonia oceánica, es un práctica "demasiado ineficiente como para que valga la pena hacer grandes esfuerzos con ello", al menos a una escala importante.
El experto de WWF en Áreas Marinas Protegidas, Óscar Esparza, añade que los problemas que afectan a estos ecosistemas , igual que a otros, parten básicamente "del actual modelo de producción, que está generando una pérdida masiva de biodiversidad".
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"Este crecimiento loco al que se somete al planeta se hace de espaldas a la biodiversidad, más allá de nuestros límites, cuando estamos viendo que hay que apoyarse en la Naturaleza para poder seguir viviendo en nuestro planeta", sentencia Esparza.
El día de las praderas o pastos marinas fue establecido por la Asamblea General de la ONU en 2022 y se celebra anualmente desde el año 2023.