Biólogos de la Universidad de Alaska Southeast descubrieron que las ballenas ayudan a reducir el dióxido de carbono atmosférico

Según los autores del estudio, los cetáceos se pueden considerar como la mayor reserva de carbono vivo del océano, debido a su biomasa que en su mayoría está compuesta de carbono

Una ballena puede llegar a pesar hasta 28 toneladas y tener el tamaño de un avión, por lo que son las responsables de almacenar una cuarta parte del carbono de la Tierra

"Su tamaño y longevidad les permiten ejercer un fuerte efecto en el ciclo del carbono, ya que almacenan carbono de forma más eficaz que los animales pequeños, ingieren cantidades extremas de presas y producen grandes volúmenes de productos de desecho", explicó Heidi Pearson, bióloga de la Universidad de Alaska Southeast y líder del estudio

Se estima que las ballenas consumen a diario un 4 % de su peso corporal en krill y plancton, que si se calcula con el tamaño de una ballena azul, sería un estimado de 2.000 kilos

El excremento de los cetáceos, rico en nutrientes, ayuda a que se aumente el proceso de la fotosíntesis en el ecosistema marino, favoreciendo al krill y el plancton y contribuyendo al almacenamiento de carbono

Cuando una ballena muere, su cuerpo cae al fondo marino y el carbono que contiene se transfiere a las profundidades a medida que se descompone

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