El calentamiento global ha generado tantos impactos negativos en el mundo, a tal punto de que en algunas regiones, los lagos que llevaban una vida milenaria, desaparecieron
Ese fue el caso del lago Poopó, el que era considerado el segundo estanque más grande de Bolivia
Hoy en día solo queda un suelo árido y agrietado en el que el recuerdo de las extensas cantidades de agua repleta de peces, solo está en la memoria de los urus
Ellos son considerados los maestros de la pesca y la cacería de aves como los flamencos, quienes vivieron durante siglos en islas flotantes y balsas, hasta que se asentaron a las orillas del antiguo lago
recuerda entre sollozos Mauricio, un pescador retirado de 82 años que mastica hojas de coca para mitigar el hambre
Los barcos todavía se conservan sobre el suelo seco, recordado a diario los estragos de las sequías que deja el aumento de la temperatura en la atmósfera y la minería en el altiplano boliviano
El Poopó, que desapareció a finales de 2015, era un lago salado que tenía una extensión de 3.500 kilómetros cuadrados
Antes de que llegara a su fin, a la orilla del lago, vivían 84 familias que se mantenían con la pesca, como principal fuente de ingresos
Pero ante la adversidad, los urus aprendieron a ser agricultores, mineros y albañiles, para ganarse la vida
Al mismo tiempo, como una forma para aprovechar la costra salada que dejó la desaparición, los nativos construyeron una pequeña planta con la que elaboran sal yodada
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