Colombia enfrenta serios desafíos para cumplir con sus metas de transición hacia las energías renovables para 2030, según el informe “Transición energética: las energías renovables como herramienta para la sostenibilidad” de Dapper Colombia. A pesar de los avances en la producción de energía limpia, la dependencia del agua como principal fuente de generación eléctrica, junto con los impactos del cambio climático, como el fenómeno de El Niño, ponen en riesgo la sostenibilidad de la matriz energética del país.
El informe revela que, en 2021, la producción de energías renovables en Colombia aumentó solo un 0,22%. Aunque en 2022 la energía solar alcanzó una participación del 1,4% en la generación eléctrica y en 2023 subió a 2,54%, estos incrementos son insuficientes. Hasta mediados de 2024, solo han entrado en operación 767 de los 1.240 MW solares previstos, lo que retrasa significativamente el avance necesario para cumplir con los objetivos de energía renovable.
José Linares, cofundador y COO de Dapper, advierte que, al ritmo actual, Colombia necesitaría 28 años para alcanzar las metas de energías renovables establecidas para 2030.
La transición energética está ralentizada por retos económicos, regulatorios y sociales que impactan negativamente al sector
Entre los obstáculos mencionados se encuentran la falta de incentivos financieros adecuados, políticas de apoyo insuficientes, y problemas regulatorios como los derivados de la falta de quórum en la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), que generan incertidumbre entre los inversionistas y retrasan la formulación de nuevos proyectos.
Publicidad
Otro aspecto crítico es la conflictividad social y los problemas en el diálogo con las comunidades. La construcción de parques eólicos se ha visto afectada por demoras en licencias ambientales y en la consulta previa, lo que ha llevado a algunas empresas a abandonar proyectos. Estos conflictos han ocasionado sobrecostos y bloqueos que frenan el avance de la transición energética.
Para superar estos desafíos, Colombia debe adoptar estrategias que incluyan el desarrollo de tecnologías de energías renovables no convencionales, como la solar, eólica y geotérmica. También es crucial mejorar la infraestructura energética, incluyendo la construcción de redes de transmisión y almacenamiento adecuadas, y promover la creación de comunidades energéticas que permitan una transición justa y eficiente.