El belga Jasper Philipsen se impuso este domingo en el prestigioso "sprint" de los Campos Elíseos que cierra el Tour de Francia que consagró al danés Jonas Vingegaard, que subirá al primer escalón del podio de París.
El ciclista del Alpecin fue el más rápido de una llegada masiva, en la que superó al holandés Dylan Groenewegen y al noruego Alexander Kristoff para conseguir su segundo triunfo en esta edición del Tour, en la que también se apuntó la decimoquinta etapa.
La tradicional jornada de los Campos Elíseos sirvió de paseo para el ganador, Vingegaard, de 25 años, que se impuso frente al esloveno Tadej Pogacar, que intentó un último ataque en el circuito urbano, y al británico Geraint Thomas.
¿Quién es Jonas Vingegaard?
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¿Cómo un ciclista tímido, introvertido, nervioso y vulnerable ha podido convertirse en el ganador del Tour de Francia? La reconversión de Jonas Vingegaard, en apenas dos años, cuenta la historia de un muchacho que tuvo que vencerse a si mismo antes de derrotar a los demás.
La receta parece estar en la llamada telefónica que el danés tras cada etapa, como un rito casi religioso que tiene para él más importancia que la ceremonia del podio.
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Como el personaje bíblico, Vingegaard salió un día transformado de su propia ballena, venció los miedos que atenazaban su progresión, la de un muchacho que los entrenadores situaban como uno de los más prometedores de su generación, pero que estuvo a punto de acabar en nada por su incapacidad para dominar la tensión.
El salto sucedió en el Tour que comenzó en Dinamarca, su tierra natal, como si su paisano Hans Christian Andersen hubiera escrito el cuento con inicio poco prometedor y final feliz.
A sus 25 años, el joven escuálido con cara de niño, el desgarbado ciclista de pelo rubio y piel casi transparente, de mueca asustadiza que parece conservar el miedo que durante años marcó su vida, se convirtió en el ganador del Tour más rápido de la historia.
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Y contra quienes busquen ponerle peros a su triunfo, lo hizo frente al esloveno Tadej Pogacar, designado por unanimidad como el mejor talento de la época, sucesor de los más grandes, empezando por el belga Eddy Merckx, un ciclista absoluto capaz de "canibalizar" lo que le pongan por delante, que casi festejaba ya su tercer Tour consecutivo.
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