Un estudio realizado por laUniversidad de los Andes y el proyecto “COVIDA” , reveló que el COVID-19 durante su primera ola de contagios, afectó a la población de estratos 1 y 2, en su mayoría, por la necesidad de continuar con sus actividades económicas pese a las cuarentenas realizadas en la ciudad.
“Los estratos más pobres tenían cuatro veces más probabilidades de haberse infectado que los más ricos. Los estratos más bajos se vieron especialmente afectados durante el primer periodo, mientras que los estratos medios y altos tuvieron una gran proporción de casos durante el segundo periodo”, explica el estudio.
“Esto es coherente con la observación de que los estratos más altos tenían más probabilidades de estar sometidos a la cuarentena total en el periodo anterior, lo que significa que desarrollaron menos inmunidad y empezaron el segundo periodo con una alta proporción de individuos susceptibles”, agregan.
Sin embargo, el estudio evidencia la precariedad del mecanismo PRASS en los estratos bajos, ya que solamente una de cada 10 personas positivas con COVID-19 de estratos bajos se le notificó el resultado de la prueba, lo que aumentó la cantidad de contagios en esta población al no hacer el aislamiento respectivo.
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“La gente que tiene buenas EPS, buenas prepagadas, pues recibieron mucho más rápido el resultado de sus pruebas y tienen más facilidad de acudir a ellas, a comparación de la gente con menos recursos y la posibilidad de acudir a una prueba COVID”, comentó Rachid Laajaj, uno de los científicos pioneros del estudio, a BLU Radio.
Aunque en Bogotá el 97 % de las personas están afiliadas a un prestador de servicios de salud, la calidad del servicio y los tiempos de espera de las citas varían mucho y están altamente correlacionados con los niveles de ingreso. De acuerdo con esto, la delegación de las pruebas a los proveedores parece haber aumentado drásticamente la tasa de detección entre los ricos.