Muy poco se sabe sobre la razón por la que El Chavo del 8 es huérfano. Su historia es desgarradora y fue contada en el libro El diario de El Chavo del 8, un texto póstumo del creador del personajes, Roberto Gómez Bolaños.
Su historia incluye abandonos y soledad. El Chavo del 8 creció sin conocer a su padre y los recuerdos de su madre fueron pocos. Ella, una madre soltera, trabajaba duro para solventar los gastos de la casa. Mientras tanto, El Chavo pasaba el día en el colegio y a veces, por el gran cansancio de su mamá, esta a veces se llevaba al niño equivocado dejándolo solo varias noches, hasta días enteros, hasta que nunca más volvió a buscarlo y el personaje terminó en un orfanato.
Su vida en el orfanato
Nunca recibió visitas y tampoco, a lo largo de su vida, apareció alguien que quisiera adoptarlo. Por el contrario, pasó momentos amargos por la celadora de niños conocida como la señora Martina. Los problemas de El Chavo con ella fueron tales que la retó a que si seguía maltratándolo se iría del orfanato y, para su sorpresa, ella misma le abrió la puerta y el se fue, quedando en la calle.
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Por días caminó y una tormenta lo obligó a refugiarse en una vecindad. Allí se encontró a Don Ramón y La Chilindrina, quienes estaban próximos a tomarse una foto cuando El Chavo del 8 se atravesó, con su gorra, descalzo, y su pantalón beige sostenido por un tirante naranja.La Chilindrina lo vio sorprendida mientras que Don Ramón le reclamó por interrumpir su foto.
“¿Niño, te tenías que atravesar justo en el momento que le estoy tomando una fotografía a mi hija?”, gritó Ramón Valdés. El Chavo se queda callado y solo se lo queda mirando. Luego, Don Ramón le pregunta “Niño, ¿Qué tienes?”, su respuesta fue "hambre”.
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Inmediatamente Don Ramón le ofreció una torta de jamón, por lo que El Chavo
saltó de emoción, pero Don Ramón se dio cuenta que no tenía dinero. Desde ese día El Chavo vivió en la vecindad con la ayuda de sus vecinos. Primer vivió con una mujer que lo veía como un nieto, pero luego murió y los inquilinos se turnaban para darle posada. Solo pasaba en el barril cuando quería estar solo o llorar.