Hace un año mucha gente empezó a perder sus trabajos y a las malas les tocó emprender para no quedarse en el aire.
Personas como Camila, que era secretaria, decidió montar una tienda en el barrio, mientras que gente como Andrés, que trabajaba en una agencia de viajes, se la jugó por vender envueltos a domicilio.
Según Juan Ernesto Parra, de Hkstrategies, en los próximos meses le irá mejor a la gente como Andrés que a personas como Camila porque el mercado de tiendas de barrio hoy está saturado. Se estima que unos 120.000 locales que antes se dedicaban a otras cosas se 'convirtieron' en tiendas y hubo avalancha de nuevas aperturas.
Muchos de los emprendimientos comienzan con unos cálculos hechos a mano sin ver en el mercado si eso les resulta. Comienzan a invertir y a darse cuenta que el negocio no les está funcionando y en menos de un año tienen que venderlo o cerrarlo
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Para ser sostenible una tienda de barrio necesita vender por lo menos unos 500.000 pesos por día. Sin embargo, muchos tenderos novatos terminaron comprando productos que no se venden, tomando locales alejados de los sitios que transitan las personas y entrando a un mercado que está cada vez más competido y es menos rentable.
En contraste, hay un mejor mercado para quienes venden comida preparada. Al pasar de trabajar en la oficina a trabajar en la casa muchas familias dejaron de ir al restaurante de corrientazos de siempre y hoy necesitan opciones rápidas cuando no quieren cocinar. De hecho, aumentó la demanda por comida lista en los barrios residenciales y, paradójicamente, en las tiendas de barrio.