El Gobierno nacional está dando la pelea por mantener los impuestos saludables, que castigan las bebidas azucaradas y los alimentos ultraprocesados con impuestos elevados para reducir su consumo.
“No es un impuesto a los pobres, aquí esta reforma no es una reforma contra los pobres: es una reforma distributiva, la reforma más progresiva de la historia”, dijo el ministro de Hacienda,José Antonio Ocampo.
Según Ocampo, los impuestos implicarán un incremento de máximo 3 décimas en el nivel de la inflación, que son un conjunto “relativamente pequeño de la canasta familiar y de la canasta de consumo en general”.
El funcionario defendió que la lógica detrás del impuesto es que las empresas cambien sus patrones de producción y los consumidores cambien también su lógica de consumo lo que al final del día debería tener impactos positivos sobre la salud.
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Por ahora hay acuerdo político solamente para excluir el pan, incluso el empacado, del listado de alimentos grabados.
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