Las mujeres quieren y pueden liderar, pero hay varios elementos del contexto que conspiran para que no puedan hacerlo.
1) Los sesgos inconscientes
Quienes eligen al próximo líder de una organización suelen ser hombres y por instinto buscarán a alguien similar a ellos así que lo primero que se les viene a la cabeza es otro hombre para el cargo. Además, en muchas ocasiones suelen hacer suposiciones sobre lo que las mujeres quieren y se abstienen de ofrecerles un puesto. Por ejemplo, asumen que una recién casada buscará un hijo o que una mamá va a ser demasiado comprensiva en lugar de exigir resultados.
2) Demasiado discretas
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Varios estudios muestran que las mujeres son más tímidas a la hora de presumir sus logros en el trabajo lo que a menudo impide que sus aportes sean vistos en la misma proporción que los de los hombres
3) La carga doméstica
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Muchas mujeres descartan la posibilidad siquiera pensar en un ascenso porque saben que trabajar puede ser satisfactorio, pero no las va a librar de toda la carga doméstica. Las encuestas muestran que las mujeres dedican casi el doble de horas que sus parejas a cuidar del hogar o la familia.
4) Las malas mañas
Varios análisis muestran que muchas decisiones cruciales de negocio terminan tomándose en horarios que excluyen a las mujeres: cocteles que se extienden a la madrugada o juntas de media noche o reuniones después de la oficina. Horarios en los que muchas están haciendo todas esas tareas del hogar.
5) Empresas que hacen poco al respecto
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Un estudio de IBM revela que el avance de las mujeres no es una prioridad para el 70% de las organizaciones globales encuestadas.
Muchas empresas carecen de políticas claras que les hagan frente a esos sesgos inconscientes a la hora de ascender a las mujeres y darles cargos de responsabilidad. Las mujeres representan apenas un 23,6% de los puestos en las juntas directivas.