Moderno pero conservador, genial pero obstinado, Joachim Löw, seleccionador alemán, deja sus funciones después de quince años tras una eliminación en octavos de final de la Eurocopa ante Inglaterra (2-0), dejando la imagen de un hombre que no supo ver venir su declive.
Su fuerza y su talón de Aquiles se resumen en una frase pronunciada por uno de sus colaboradores durante el desastroso Mundial de Rusia: "Jogi (pronunciado 'Yogi') se ve como un entrenador campeón del mundo y vive en su propio mundo".
Para la historia quedará su título mundial de 2014 en Brasil, que le llevó a lo más alto de la fama en su país, pero también el balance mediocre de su fin de reinado, después de la humillante eliminación en la fase de grupos del Mundial-2018.
Ahora deja su puesto a su exasistente Hansi Flick, quien se hizo un nombre al conquistar un histórico triplete Bundesliga-Liga de Campeones-Copa con el Bayern de Múnich en 2020.
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Desde hace mucho tiempo el seleccionador de 61 años ya no gustaba a todo el mundo en Alemania. Las viejas glorias del fútbol teutón, duros, pidieron su dimisión varias veces en los tres últimos años. En vano.
Convencido de estar en el buen camino, Löw se aferró al cargo. Es de justicia señalar que consiguió ser segundo del grupo más difícil del torneo -por detrás de Francia y delante de Portugal-, pero Inglaterra en su propia casa en octavos fue demasiado.
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Siempre tuvo ambición
Después de una serie de malas actuaciones en el otoño (boreal) de 2020, y cuando la opinión pública cargaba contra él, este suabo -siempre conservó el fuerte acento de su provincia- respondió con una indiferencia que terminó por parecer arrogancia: "Estoy por encima de todo eso".
Una frase desafortunada, que contribuyó al desencanto de los aficionados.
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Durante esta Eurocopa, su estrella ha brillado brevemente. A pesar de la derrota (1-0), el equipo mostró una buena cara contra Francia, y la victoria por 4-2 sobre Portugal hizo creer al país. Pero la derrota 2-0 contra Inglaterra le devolvió a la realidad.
Este hombre con gran ambición, disimulada detrás de un discurso tranquilo lleno de valores humanistas, accedió paulatinamente al más alto nivel. Atacante del montón durante su carrera como futbolista, inaugura su palmarés como entrenador con una Copa de Alemania con el Stuttgart (1997) y una final de Recopa perdida el año siguiente.
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Después de un paso por el Fenerbahçe, se convirtió en campeón de Austria en 2002 con el Innsbruck.
Fue entonces cuando Jürgen Klinsmann, a quien conoció en una formación, pensó en él durante el verano de 2004 para que fuera su asistente al frente de una selección germana en horas bajas, luego de quedar apeada en la fase de grupos de la Eurocopa-2004, a dos años para 'su' Mundial.
Ícono de glamour
Juntos y bien ayudados por la aparición de una generación dorada, comenzarán una transformación histórica en la filosofía del juego alemán: el culto a la potencia física cambia por la obsesión táctica y la apuesta por futbolistas finos e inteligentes.
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Designado seleccionador en 2006, tras el Mundial en Alemania, Löw será un pionero en la utilización de las estadísticas y la informática, para gestionar la forma física de sus hombres y analizar el juego.
Consigue llevar al equipo a las semifinales en los cinco torneos siguientes: desde la Eurocopa-2008 a la Eurocopa-2016, con la guinda del título en 2014 en Brasil (victoria por 1-0 en la final contra Argentina).
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Su obra maestra seguirá siendo la histórica goleada por 7-1 contra Brasil en semifinales, el 8 de julio de 2014.
Es la época donde Löw se convierte en un ícono de glamour: aparece en comerciales de cosméticos, la prensa del corazón examina en profundidad su estudiado vestuario, su pull azul con cuello en V (Mundial-2010) y posteriormente su camisa ajustada (Mundial-2014) se hicieron tan populares que las tiendas se quedaron sin existencias.
Pero el Mundial-2014 será su único gran título (el otro fue la Copa Confederaciones-2017). A falta de un palmarés nutrido, 'Jogi' Löw ocupará de todas maneras un lugar en el libro de los récords por dirigir a la 'Mannschaft' durante 197 partidos. Una marca que permanecerá durante mucho tiempo. Al menos quince años.