El aprendizaje de Vinícius para ser "una persona mejor", las intenciones mostradas públicamente tras ser el gran protagonista de la conquista de la Supercopa de España en Riad, tuvo una prueba de fuego en el derbi del Metropolitano que vivió en efervescencia continua. En el foco del conflicto, amonestado por protestar, con discusiones con rivales, Diego Simeone y la grada.
Brillante en acciones del juego, siempre desequilibrante, fino en el uno contra uno, tirando siempre del Real Madrid cuando más lo necesitó en los momentos en los que fue por detrás en el marcador. Incansable en la búsqueda del gol que se le resiste en el derbi. Apenas uno en trece disputados. El marcado hace un año y en una prórroga ante un Atlético de Madrid desfondado.
Amonestado por sus protestas al colegiado tras señalar a un recogepelotas que evitó en varias ocasiones que se sacase de banda con rapidez. Acciones que alimentan esa parte de Vinícius que recientemente admitió que estudia en su casa viendo repetidos los partidos y que debe corregir.
Los jugadores del Atlético de Madrid, Diego Simeone y cada uno de los aficionados del Metropolitano sabían de la importancia de Vinícius. Hubo un ambiente en su contra, deportivo salvo algún insulto racista previo, de una pequeña minoría en las inmediaciones del estadio tras pasar el autobús que trasladaba al estadio a los jugadores del Real Madrid.
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Dentro fue la otra cara del fútbol. La provocación de ida y vuelta porque Vinícius entró al juego y realizó innumerables gestos. Son una motivación particular hacia sí mismo pero también se interpretan como provocación por los rivales y la grada. La cartulina amarilla no le frenó. Celebró tanto el tanto del empate al borde del descanso en un fallo de Jan Oblak por alto, que muchos pensaron que el gol había llegado por un cabezazo suyo al centro de la falta botada por Luka Modric.
Cuando se levantaba la camiseta en un saque de esquina, toda la grada le recriminaba. Cuando alzaba los brazos hacia la zona reducida donde había decenas de madriditas, el fondo sur del Metropolitano lo consideraba una provocación. Cuando celebró el segundo tanto que mandaba el partido a la prórroga, con un balonazo al graderío, provocaba que Simeone pidiese su expulsión. Innumerables gestos cuando el partido estaba parado, la lengua fuera.
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En el momento del pitido final del partido en el tiempo reglamentario con el empate a dos, sus gestos de celebración provocaron que Simeone abandonase su zona técnica y fuese a por 'Vini' para decirle varias cosas al oído que fueron respondidas por el brasileño. El técnico argentino se lo explicó posteriormente a Kroos. Antes había dejado mil abrazos, sonrisas entremezcladas con reproches y piques con Mario Hermoso. En la prórroga otro pique con Witsel.
Sufrió numerosas faltas Vinícius con las que fue frenado cuando los rivales pudieron llegar a tiempo. Recuperada su mejor imagen tras el triplete para la historia del clásico de la final de la Supercopa de España. El primer título de la temporada madridista que precedió su primera eliminación, en octavos de final de la Copa del Rey.
"Ha sido un partido muy competido donde ha tenido muchos duelos, a veces no eres siempre capaz de tener la cabeza fría en algunos momentos de los partidos y es bastante entendible", justificó Ancelotti sobre el comportamiento de Vinícius que tiene un nuevo partido de altos vuelos para estudiar reposado, ver comportamientos y avanzar en su mejoría.
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