En un partido con aroma especial por el reencuentro entre José Mourinho y Xabi Alonso, fue el profesor el que ganó la primera partida de estas semifinales de Liga Europa entre Roma y Leverkusen (1-0) al alumno, que colocan al combinado italiano con ventaja para una vuelta en la que todavía está todo por decidir.
Las sonrisas que hubo en el saludo inicial entre Mouinho y Xabi Alonso, ambos con pasado madridista, desparecieron en cuanto el colegiado señaló el inicio del choque. Cada uno tomó un camino e intentó anticiparse a los movimientos del otro, pero fue el luso el que se llevó el gato al agua apoyándose, una vez más, en un estadio entregado que llevó en volandas a los suyos incluso sin su estrella en el once inicial, el argentino Paulo Dybala sobre el césped, renqueante de una lesión.
Apostó el setubalente, condicionado enormemente por las múltiples bajas de su plantilla, por una doble punta formada por Abraham y Belotti. Sin Wijnaldum o El Shaarawy, entre otros, la oportunidad de Belotti y Abraham para reivindicarse y erigirse como un dúo peligroso no podía ser mejor. Pero el partido comenzó mejor para el Leverkusen.
Salió muy intenso el conjunto de Xabi Alonso en el Olímpico de Roma, con dos acercamientos que, si bien no terminaron el ocasiones de peligro, pusieron sobre aviso al Roma, un equipo que pese a todo sabe explotar al máximo sus virtudes y minimizar las del rival.
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Por eso cuando el árbitro señaló una falta en zona de nadie, el Olímpico celebró, consciente de que en los momentos complicados el balón parado es su mejor aliado. Y de ahí llegó la mejor ocasión de la primera mitad, la que cambió el partido e inclinó la balanza en favor del combinado 'giallorosso'. Sirvió Pellegrini, remató Ibáñez y tuvo que salvar 'in extremis' Kradecky, dejando el balón muerto en una zona en la que no pudo llegar Abraham.
Desde esa ocasión, el Roma fue más Roma y Leverkusen cada vez más pequeño. Y en la segunda mitad se confirmó la tendencia con la que había acabado el primer acto. Mucho más vertical que en el inicio, la 'Loba' empezó a percutir. Spinazzola, bien cubierto siempre por Frimpong, consiguió desbordar. Y Belotti y Abraham empezaron a carburar.
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Otro balón parado volvió a asustar a los de Alonso. Pero el partido lo iba a desbloquear un canterano, un jugador nacido en Roma, un jugador al que Mourinho siempre le ha dado su confianza y que es muy querido por su afición. Recuperó el balón cerca de la frontal el italiano, cedió para Abraham dentro del área, pero el ariete tuvo que devolver el balón a su compañero, que desató la locura en Roma en el minuto 63, acercando la que sería la segunda final europea consecutiva.
Pidió Mourinho un esfuerzo a todos sus jugadores en cada balón. Más implicado que des costumbre desde el banquillo, no quería que el Leverkusen, que demostraba calidad en cada posesión cercana al área, perforara la puerta de Rui Patricio, sabedor de que viajar a Alemania sin encajar era casi como marcar otro gol.
Lo consiguió, pero no sin susto en los compases finales. El que provocaron Ibáñez y Rui Patricio al chocarse y dejar suelto el balón en el área que Frimpong no supo aprovechar. Pero nada pudo derribar el muro 'giallorosso'. Abraham se dejó los pulmones en cada carrera. Dybala y Wijnaldum aportaron frescura en la presión, y Cristante jugó como si llevara toda su carrera de central.
Mourinho le ganó el primer duelo a su alumno. Pero la eliminatoria sigue muy abierta. El Leverkusen se decidirá todo, aunque el Roma viaja con ventaja.
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