Un año, dos meses y 7 días después de aquél 17 de marzo de 2020, cuando se anunció el aplazamiento para 2021 de la Copa América ante el avance del coronavirus, el torneo volvió a tomar un rumbo incierto con la propuesta de Colombia de postergarlo una vez más y el no de la Conmebol, que busca ajustar el calendario.
A solo 24 días de comenzar a rodar el balón en territorio argentino, y a 25 de jugarse los dos primeros encuentros en Colombia el Gobierno pidió el jueves a la Conmebol aplazar las fechas del 13 de junio al 10 de julio para el mes de diciembre, cuando se podría garantizar un aforo del 50 por ciento en los ocho estadios, cuatro de estos en Argentina.
El Gobierno del presidente Iván Duque se encuentra acosado hace tres semanas por un conflicto social que se ha tomado las calles de las principales ciudades del país en pos de reivindicaciones diversas al tiempo que la violencia perpetrada por vándalos ha paralizado gran parte de la actividad económica.
El anuncio hecho desde Bogotá adquirió un giro inesperado, pues se esperaba este jueves la renuncia definitiva a acompañar a Argentina en la organización del campeonato, que ha sido conquistado por ocho de los diez países afiliados a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol).
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El balón quedó en el terreno de la entidad que preside desde Luque el paraguayo Alejandro Domínguez pero la réplica no tardó una hora en producirse al agradecer la Conmebol a Colombia, justificar las dificultades que un nuevo cambio provocaría a la agenda internacional y garantizar que la competición se cumplirá.
La edición 47, quedebía haberse jugado en Argentina y Colombia entre el 12 de junio y el 12 de julio de 2020 , fue postergada un año por el avance en la región de la pandemia de la covid-19.
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Pero ni esa tragedia mundial que sigue vigente y también es motivo de seria de preocupación en Argentina, ni el conflicto interno que amenaza la estabilidad de Colombia y en las últimas dos semanas afectó su capacidad para acoger con plenas garantías partidos de las copas Libertadores y Sudamericana, han sido los únicos problemas que ha afrontado la competición en 105 años de historia.
Hace veinte años, con miras a la primera Copa América del siglo XXI encomendada precisamente a Colombia, la situación de orden público derivada de la lucha contra la guerrilla de las Farc estuvo a punto de cancelar la competición en este territorio.
Días antes del comienzo de la edición 40, entre el 11 y el 29 de julio, el directivo del fútbol Hernán Mejía fue secuestrado y liberado horas después por los insurgentes, pero para entonces Argentina había tomado la decisión de no acudir y Canadá alegó dificultades para reunir una selección competitiva.
Una serie de atentados se habían registrado en Medellín, sede del Grupo C en el que había sido emparejada la selección Albiceleste, y un ataque similar en Cali, cerca a las oficinas de la organización de la Copa y distintos puntos de Bogotá terminaron por encender las alarmas.
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Tras largas reuniones en Bogotá, Luque y Río de Janeiro, la Conmebol optó por mantener a Colombia como sede con el compromiso del presidente del país Andrés Pastrana (1998-2002) de garantizar la máxima seguridad en el torneo que definió como "la Copa de la Paz".
Pero sin Argentina ni Canadá, la organización invitó de urgencia a Honduras, que armó una selección en 48 horas para viajar a Bogotá, y Costa Rica.
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En la primera edición oficial del torneo, que se inauguró hace 38.308 días, el 2 de julio de 2016, Chile reclamó los puntos del partido que perdió en la cancha por 4-0 ante Uruguay con el argumento de que su rival había alineado a dos jugadores de raza negra: Juan Delgado e Isabelino Gradín.
En esa misma edición un futbolista brasileño, Sidney Pullen, y el entrenador chileno Carlos Fanta, se ofrecieron para reforzar el trabajo del insuficiente grupo de árbitros.
En la versión de 1922, Uruguay se retiró en el comienzo del triangular final con Brasil y Paraguay en protesta contra el arbitraje del brasileño Pedro Santos en su partido frente a la Albirroja. Así las cosas, brasileños y paraguayos quedaron con el camino expedito para disputar el título, que la Canarinha conquistó al golear por 3-0.
En Brasil 1949 los uruguayos enviaron un equipo de aficionados por la huelga que afrontaban los profesionales en conflicto con la federación y Argentina renunció a participar por problemas con los organizadores.
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Para la competencia de 1963 encomendada a Bolivia, y que los locales conquistaron por única vez hasta hoy, la selección de Chile no fue invitada en represalia por el conflicto binacional por el uso del río Lauca. Uruguay no asistió en rechazo a la programación de partidos en los 3.640 metros de altitud de La Paz