La clase de Mislav Orsic alumbró el adiós mundialista de Luka Modric y dio a Croacia el triunfo (2-1) sobre la sorprendente Marruecos, lo que le mantiene en el podio de la cita universal tras el subcampeonato alcanzado en la pasada edición.
Modric culminó su cuarta fase final con otro magnífico resultado que no puede empañar la derrota en semifinales ante Argentina. El jugador del Real Madrid, declarado mejor jugador de Rusia 2018, volvió a completar un torneo modélico, quizá no tan brillante, pero en el que de nuevo expuso su categoría pese a los 37 años que luce.
Zlatko Dalic, seleccionador croata, no quiso que su capitán se perdiera la lucha por el tercer puesto. No ha anunciado su decisión aún el '10', pero todo apuntaba a que el encuentro, dada su edad, sería su adiós a la Copa del Mundo, con la incógnita de si seguirá para la próxima fase final de la Liga de Naciones o si llegará hasta la Eurocopa 2024.
También incluyó en el once Dalic a otro de los referentes veteranos de la plantilla como Ivan Perisic, en esta ocasión metido a lateral zurdo en vez de extremo. Y además mantuvo a Mateo Kovacic en la medular y a Josko Gvardiol en el centro de la zaga.
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Habían avisado los croatas que para ellos este partido por el tercer puesto no era ni mucho menos un compromiso descafeinado. Era su final. Lo mismo para Marruecos, la gran revelación del torneo, que se atrevió incluso a plantar cara en la semifinal a la todopoderosa Francia tras ir dejando en el camino a potencias como Bélgica, España o Portugal.
Walid Regragui también mantuvo a buena parte del equipo habitual salvo los lesionados y Azzedine Ounahi, uno de los jugadores que más ha impresionado durante la competición y al que recurrió en el segundo periodo.
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La otrora llamada 'final de consolación' fue, sin ser nada del otro mundo, más vibrante que el partido que enfrentó a ambos equipos en la primera jornada de la fase de grupos, que terminó con empate a cero y sin apenas llegadas.
El desgaste acumulado, la falta de frescura y hasta la mayor ambición ofensiva de los 'Leones del Atlas' permitió ver un partido más abierto, con más idas y venidas. Eso favoreció a Croacia, que esta vez, pese a que le faltaba el eje de su medio del campo, Marcelo Brozovic, sí que pudo llegar de forma más asidua ante Yassine Bono, aunque también los pupilos de un intensísimo Regragui se aproximaban al área de Dominik Livakovic.
El intercambio de goles inicial, parecidos, tras sendas acciones a balón parado, remachadas por dos centrales como Gvardiol y Dari, hizo presumir hasta un espectáculo ofensivo. No fue así. Ambos equipos decidieron afinar más las marcas y frenar a sus rivales.
Tan solo se salió del guion Orsic, el buen jugador del Dinamo de Zagreb que fabricó un bonito gol con un disparo colocado al palo contrario al que Bono no pudo llegar por poco. Una luz de calidad en un choque que por momentos era atolondrado, con mucha intención pero sin precisión.
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Es el mejor homenaje que le podía hacer a su capitán y a su selección. Ganar el tercer puesto con un tanto de bella factura. Digno colofón a la carrera mundialista de Modric y a otro magnífico torneo de una selección ajedrezada.
La derrota no empaña tampoco el tremendo trabajo de Regragui y toda la selección marroquí. Dio de nuevo la cara. No se arredró en ningún momento. Buscó y buscó. Quiso pero no pudo y la falta de acierto en las áreas le volvió a penalizar. En-Nesyri tuvo en su cabeza la prórroga, pero el balón se le marchó alto.
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El cuarto puesto es un hito tan histórico para Marruecos y el fútbol africano como para Croacia enlazar el segundo con este tercero. Un cierre honroso estaba asegurado para ambos equipos, pero el que celebró fue el que encontró la inspiración en el tiro de Orsic y pudo festejar a Modric.
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