Con 40.581 casos confirmados y 2.575 muertos, Brasil enfrenta la grave crisis por el coronavirus con un sistema de salud al borde del colapso. Por ese motivo, se acelera la construcción de hospitales de campaña.
Inclusive, en el país que es pentacampeón mundial, templos sagrados del fútbol están convirtiéndose en complejos médicos de gran capacidad para recibir exclusivamente a infectados por COVID-19.
El 1 de abril, cuando la pandemia ya era parte del día a día de los brasileños, se inauguró un hospital de campaña con 200 camas en el estadio Paulo Machado de Carvalho, mejor conocido como Pacaembú, ubicado en la región central de Sao Paulo.
El casi octogenario Pacaembú, inaugurado un 27 de abril de 1940, sirvió de escenario para los mejores días de Pelé. “El Rey” es, hasta hoy, el máximo goleador en ese terreno, con una marca de 115 goles en 119 partidos.
Además, ya albergó cinco juegos de la Copa del Mundo, en 1950, y tres finales de Copa Libertadores, entre varias definiciones de campeonatos nacionales y estatales.
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“Soy de Guapiara, en el interior paulista, y llegué a Sao Paulo el año pasado, para trabajar. Siempre soñé con conocer este estadio, aunque nunca imaginé que sería bajo estas condiciones”, explica Edivaldo Lopes dos Santos, que desde el primer día fue contratado provisionalmente en el equipo de logística que opera en el Pacaembú durante la emergencia.
“Amo el fútbol, soy de Palmeiras, y aquí mi equipo jugó mucho. Pero hoy estamos hablando de otra situación, algo más serio”, dice el funcionario, de 37 años.
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Más allá de las precauciones tomadas, es inevitable el contacto entre las personas que trabajan como encargados de salud y mantenimiento del lugar.
“El miedo de contagiarme siempre está, aunque todos trabajamos con máscaras e intentamos estar separados. Pero hay que seguir, porque aquí se ayuda a muchos enfermos”, sostiene Edivaldo, que actualmente realiza trabajos de mantenimiento eléctrico y otras tareas.
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En el Pacaembú se instalaron dos grandes carpas, de 6.000 metros cuadrados, sobre el césped del estadio, que fue privatizado hace poco más de un año. “Las personas que llegan al Pacaembú son de baja complejidad. Permanecen allí por cerca de 10 días y, una vez estabilizados, regresan a casa”, explicó Bruno Covas, alcalde de Sao Paulo.
Aquellos pacientes cuyo caso se agrave, serán derivados a hospitales de referencia. Las tareas en el Pacaembú están a cargo del Hospital Albert Einstein, una de las instituciones más prestigiosas de la capital paulista.
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En Sao Paulo hay 14.580 casos confirmados de coronavirus y 1.037 fallecidos hasta el momento, siendo así el estado con mayor cantidad de contagios en Brasil.
Maracaná, un escenario mítico
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El Maracaná es el estadio más famoso de Brasil y uno de los escenarios míticos del fútbol mundial donde, entre otros juegos históricos, se disputaron las finales de las Copas del Mundo de 1950 y 2014, donde se consagraron Uruguay, tras el famoso “Maracanazo”, y Alemania, que venció a la Argentina de Messi, respectivamente.
Las obras en el Maracaná comenzaron el 31 de marzo y se especula que el hospital de campaña, con 400 camas disponibles, será inaugurado el próximo 30 de abril, según informó el gobierno estatal.
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La diferencia con el Pacaembú es que el hospital de campaña no será construido sobre el césped del Maracaná, donde Flamengo y Fluminense, los clubes locales, disputaban sus partidos cada fin de semana. La estructura provisoria se está montando donde estaba la pista de atletismo Celio De Barros.
Además de la sede Maracaná, se están construyendo otros ocho hospitales de campaña en el estado de Río de Janeiro, el segundo más castigado de Brasil, detrás de Sao Paulo, con 4.899 casos confirmados y 422 muertes.
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Una de estas unidades provisionales aprovechará las instalaciones abandonadas de los Juegos Olímpicos 2016, exactamente en Riocentro, Barra da Tijuca, donde se disputaron los encuentros de tenis de mesa.
En total, estas nueve estructuras de campañas ofrecerán, a mediados de mayo, cuando se espera que estén terminadas en su totalidad, 2.300 camas.
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No solo grandes estadios de Sao Paulo y Río de Janeiro se transformaron en sedes de emergencia. En Salvador de Bahía, el renovado Arena Fonte Nova, que recibió juegos de la Copa del Mundo en 2014, está casi listo para albergar 240 camas dedicadas a pacientes con coronavirus.
“La parte estructural del Arena Fonte Nova está casi lista. El estado de Bahía ha sido innovador, pues aquí tenemos una arquitectura mejor planeada. No usamos el césped, sino las instalaciones del estadio”, explica Tereza Paim, subsecretaria de Salud del estado, ubicado en el nordeste brasileño.
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En el Arena Fonte Nova suele disputar sus encuentros el Esporte Clube Bahía, de la primera división brasileña de fútbol. El E.C. Bahía también cedió sus instalaciones en Lauro de Freitas, en la región metropolitana de la ciudad de Salvador, donde se levantó el hospital Fazendao, con 44 camas disponibles.
En Fortaleza, estado de Ceará, el estadio Presidente Vargas, con capacidad para 20.000 espectadores, un hospital de campaña, se inauguró el pasado sábado,cuando recibió a los primeros 50 pacientes de baja y media complejidad.
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En total, serán 336 camas, incluido un bloque para tratamiento de pacientes en terapia intensiva.
En Boavista, capital del estado de Roraima, norte de Brasil, el estadio Flamarion Vasconcelos, conocido como Canarinho, recibió 120 camas del Hospital General. Allí, sin embargo, solo se atenderán casos sospechosos de COVID-19.
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Además, desde que la pandemia comenzó a expandirse por Brasil, varios clubes se pusieron a disposición para combatir al virus. Sao Paulo, Santos, Corinthians, Palmeiras (en el estado de Sao Paulo), Botafogo (en Río de Janeiro), Atlético Mineiro (Minas Gerais), Goiás (Goiania) y Athletico Paranaense (Paraná), ya ofrecieron sus instalaciones.
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