Guillermo Barros Schelotto, uno de los máximos ídolos de Boca Juniors, apuesta a entrar en la historia como el entrenador que logró la séptima Copa Libertadores para los xeneizes y nada menos que en una inédita superfinal ante el archirrival River Plate.
De lograr igualar al también argentino Independiente como máximo ganador de títulos del principal torneo continental, 'el mellizo' Barros Schelotto compartirá la gloria mayor de Boca al nivel de Diego Maradona o Juan Román Riquelme.
Barros Schelotto, que fue un veloz puntero derecho, ya tenía un lugar de privilegio con su protagonismo como jugador en cuatro conquistas de Libertadores.
De 45 años, como orientador Barros Schelotto ganó los últimos dos campeonatos argentinos (2016-2017 y 2017-2018), pero solo llegará al máximo si obtiene la Libertadores el 24 de noviembre en el Monumental, la casa de River.
Publicidad
El 'Mellizo' acumula 18 títulos en Boca: además de los 2 trofeos como DT, festejó 16 conquistas como jugador entre 1998 y 2007, seis locales y diez internacionales, entre ellas cuatro Libertadores (2000, 2001, 2003 Y 2007).
A instancias del DT Carlos Bianchi, conformó una pareja letal en ataque con Martín Palermo, máximo artillero histórico 'xeneize' en un Boca que hizo historia.
Publicidad
En su estreno como DT, llevó a Lanús a la conquista de la Copa Sudamericana-2013. Luego dirigió cuatro partidos al Palermo italiano al que renunció para desembarcar en Boca.
Tras una década como futbolista 'xeneize' durante la cual jugó 300 partidos y anotó 86 goles, su llegada al banco de Boca en 2016 entusiasmó a la afición. Ese año llevó al equipo a las semifinales de la Libertadores.
"Guillermo, Guillermo", entona 'la Doce', como se llama a la hinchada 'xeneize', en cada salida a la cancha. Pero el juego a veces errático y cuestionados cambios en el equipo fueron enfriando las tribunas, que volvieron a entusiasmarse por el avance en la copa continental.
Publicidad
Publicidad
Nacido en sus filas y uno de sus ídolos, Marcelo Gallardo guió a River Plate de Argentina a la final de la Copa Libertadores frente a su archirrival Boca, pero, ironía del destino, estará impedido de ingresar a La Bombonera para el partido soñado.
En el partido que los clasificó a la final, frente al brasileño Gremio en Porto Alegre, Gallardo estaba sancionado, pero aún así en el intervalo bajó al vestuario para animar a sus jugadores que en ese momento perdían 1-0.
El premio fue ser protagonista de la inédita e irrepetible final entre los dos equipos más populares de Argentina. El castigo, no poder gritar gol al unísono con sus futbolistas.
Publicidad
"Sentí que tenía que estar con mi gente y eso hice (...) Cuando se actúa impulsivamente, cuando se actúa con el corazón, a veces se pierde la razón", resumió.
Publicidad
Publicidad