Esta vez no fue un milagro. Los 'Elefantes' merecieron la victoria, con goles de Franck Kessié (62) de un remate de cabeza 'paquidérmico', y de Sébastien Haller (81), cortando con sutileza la trayectoria del balón en el primer palo. En ambos goles el centro fue de Simon Adingra.
Pero las cosas tenían que ponerse difíciles para los locales como ha sido la tónica en toda la competición. Este domingo fueron las 'Super Águilas' nigerianas las que se pusieron por delante con un buen gol de cabeza de su capitán William Troost-Ekong (32).
Sufrimiento de principio a fin
Casi eliminados en fase de grupos tras perder 4-0 contra Guinea Ecuatorial, pero que clasificaron a octavos como uno de los dos mejores terceros de grupo; clasificados en los penales ante Senegal (1-1; 5-4), y más adelante diez contra once ante Mali (2-1 en la prórroga), con goles en los últimos instantes en ambos casos, los marfileños se mostraron algo más solventes en la semifinal ante la RD Congo (1-0).
Un país anfitrión no lograba el título desde que lo hiciera Egipto en 2006, contra precisamente Costa de Marfil (0-0; 4-2 en penales).
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"Es más que un cuento de hadas", celebró el entrenador Emerse Faé, quien llegó al cargo con el torneo ya iniciado. "Me cuesta creer aún lo que hemos hecho, cuando pienso en todo lo que hemos vivido", añadió el técnico que sustituyó a Jean-Louis Gasset al término de la primera fase, y del que era adjunto.
Costa de Marfil marcó al fin en cinco finales disputadas de la CAN. En las cuatro primeras el resultado había sido de 0-0, con dos títulos (1992 y 2015) y dos subcampeonatos (2006, 2012) en los penales.
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Sébastien Haller, que llegó lesionado a la competición, y que no había jugado un solo minuto en la fase de grupos, fue uno de los artífices del título con un gol en semifinales y otro en la final.
Toda una gesta para un superviviente de un cáncer de testículos que no había marcado contra equipos profesionales de cualquier competición desde hacía seis meses (sólo un doblete contra amateurs en Copa de Alemania con el Dortmund).
El delantero nigeriano Victor Osimhen, por contra, se quedó a un paso de cumplir la misión que se había encomendado.
Euforia en las calles
El goleador del Nápoles soñaba con llevar a su selección al título y unirse a Jay-Jay Okocha y Nwankwo Kanu, sus ídolos futbolísticos nigerianos.
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Nigeria perdió por quinta ocasión en sus ocho finales disputadas, ante una manada de 'Elefantes' muy difícil de detener.
"¡La CAN está en casa y no se moverá!", gritaba un aficionado. La euforia se apoderó del país tras la victoria de los 'Elefantes'.
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En el barrio popular de Adjamé, en Abiyán, en la capital económica marfileña, la atmósfera era incandescente, hasta que con el pitido final se desató la locura y los gritos, bailes y vuvuzelas eran reflejo de la alegría que inundó las calles.
"Desde octavos contra Senegal sabía que lo lograríamos!", confiesa otro aficionado Ibrahim Coulibaly en los prolegómenos de una noche que será larga en Abiyán.