El Tour parece una montaña rusa: un día parece sentenciado para Pogacar, y al siguiente Vingegaard se reengancha. Pero el esloveno dio un zarpazo mortal en la primera jornada pirenaica, con un triunfo que le otorga un colchón de casi dos minutos.
El Visma de Vingegaard tuvo que encontrar argumentos parano reconocer la superioridad de Pogacar. El danés reconoció que su rival fue superior camino de Pla d'Adet, la primera jornada de alta montaña de este Tour. Y encontró dos razones para mantener viva la esperanza.
La primera fue que la primera etapa pirenaica era más favorable a Pogacar. El esloveno se mueve como pez en el agua en los movimientos explosivos y los 151 kilómetros del día le iban como anillo al dedo.
Además, argumentó el danés, su ataque explosivo apenas hizo mella, la ventaja que logró, 39 segundos, los hizo en el tramo menos duro de la subida.
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"Le iba recortando tiempo y entonces la pendiente se hizo más corta. Eso le favorece a él", dijo el ciclista del Visma.
Vingegaard dio cita a su rival en la segunda jornada pirenaica, esta vez más larga, casi 200 kilómetros, el tipo de etapas que, según su director, Arthur van Dongen, le favorecen frente a Pogacar.
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Pero el danés no pudo ocultar que el mazazo del esloveno borró de un plumazo la ventaja moral que él había logrado en el macizo central, cuando no solo logró doblegar el ataque de su rival, sino que consiguió derrotarle en un esprint final.
Táctica confusa de Pogacar
El optimismo cambió de bando. Pogacar reconoció que hace tres días se había visto moralmente afectado por la reacción de su rival, pero que en Pla d'Adet recuperó sus mejores sensaciones. El esloveno tuvo todo a su favor, más fuerzas, mejor terreno y un equipo más potente y no se dejó nada en el tintero.
Aunque la víspera aseguró que correría a la defensiva, desde el primer momento se vio que afrontaba la etapa con ambición. En el ascenso al Tourmalet trabajó el UAE para evitar que la escapada pudiera prosperar y en la subida final mezcló varias tácticas para sacar una buena ventaja.
Hasta el punto de que incluso sus compañeros reconocieron que no sabían bien cual era la baza del equipo. A falta de 7 kilómetros para la meta lanzó al ataque al británico Adam Yates, tercero de la pasada edición, lo que obligó al Visma a quemar a su último hombre, el estadounidense Matteo Jorgenson.
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La estrategia parecía magistral: la mejor defensa es un ataque. Pero en la cabeza de Pogacar no hay ataque si no es él quien lo protagoniza.
"Con Tadej nunca sabes cuál es el plan", reconoció el propio Yates, que tocaba con los dedos el triunfo de etapa cuando los planes cambiaron.
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El esloveno saltó a falta de cinco kilómetros, un golpe seco que nadie pudo responder. Vingegaard trató de recuperar tiempo y se acercó a menos de 10 segundos del esloveno, pero en el terreno más plano la distancia creció.
"Me sentía fuerte, ha sido un ataque instintivo", aseguró Pogacar, que se deshizo en alabanzas a su equipo, sobre todo a Yates, que apenas le relanzó un kilómetro.
Vingegaard acabó segundo y ahora ocupa también ese puesto en la general, en detrimento del belga Remco Evenepoel, que durante un buen trecho de la jornada estuvo a rueda del danés antes de resignarse a confesar que en alta montaña está lejos de ambos.
El ciclista del Soudal solo está a 25 segundos del segundo puesto, pero ya tiene claro que Pogacar será el ganador del Tour. "Me parece inalcanzable", dijo tras cruzar la meta, antes de reconocer que peleará con el segundo puesto con Vingegaard.
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Su compañero de escuadra, el español Mikel Landa, no lo ve fácil, porque aseguró que Evenepoel es inferior a los otros dos en alta montaña, aunque al belga le queda la baza de la última contrarreloj en Niza, su punto fuerte.
El debutante en el Tour, de 24 años, aseguró que peleará por acabar lo más arriba posible del podio. Vingegaard se obstina en soñar todavía con su tercer Tour consecutivo.
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