En la vida cotidiana, la cerveza y las gaseosas se han convertido en compañeros habituales en diferentes momentos de la vida de las personas. Aunque estas bebidas parecen ser la elección perfecta, afectan de alguna manera u otra a la salud.
El hígado, el órgano más grande de nuestro cuerpo, desempeña un papel fundamental en la salud. Su labor incluye la eliminación de toxinas de la sangre y la digestión de los alimentos que consumimos. Todo lo que se absorbe a través del sistema gastrointestinal pasa por este órgano, lo que significa que la elección de lo que se toma puede perjudicar su salud.
Cabe recalcar que no es la cerveza en sí lo que daña el hígado, sino el consumo excesivo de alcohol. La clave reside en la cantidad que se consume. Beber de manera moderada puede causar un cierto grado de hígado graso, pero el abuso prolongado del alcohol aumenta el riesgo de enfermedades hepáticas graves.
Los efectos en el hígado pueden pasar desapercibidos al principio, pero con el tiempo, pueden volverse significativos. Pues comienza con la acumulación de grasa en las células hepáticas, conocida como hígado graso, seguido de inflamación aguda, hepatitis alcohólica, que puede llevar a la muerte de células hepáticas y cicatrices. Finalmente, la cirrosis, la fase más grave, se caracteriza por el reemplazo del tejido sano por tejido cicatricial, dificultando el flujo sanguíneo.
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El exceso de consumo de alcohol se define como cuatro o más bebidas al día para las mujeres y cinco o más para los hombres. Sin embargo, es importante destacar que el daño al hígado es reversible si se suspende el consumo de alcohol, según investigadores del Diario Sevilla.
En términos generales, beber cerveza con moderación no es tan perjudicial para la salud como consumir gaseosas en exceso. La cerveza ha sido objeto de estudios que sugieren posibles beneficios, como su riqueza en minerales y vitaminas. Un consumo moderado se ha relacionado con la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas, mejoras en los niveles de azúcar en sangre y densidad ósea. Sin embargo, se necesita más investigación para confirmar estos beneficios.
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En contraste, los refrescos aportan pocos nutrientes, contienen muchas calorías y pueden incluir ingredientes dañinos, como el ácido fosfórico presente en las colas. Además, no existen recomendaciones claras sobre las cantidades saludables de bebidas azucaradas.
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