Avanza la Novena de Aguinaldos, una tradición muy arraigada en Colombia, y a continuación encontrará el cuarto día.
Esta práctica, también arraigada en el catolicismo y muy tradicional en otros países de Latinoamérica además de Colombia, sigue un orden específico de oraciones y reflexiones que fortalecen el sentido espiritual de la temporada navideña.
ORDEN DE LA NOVENA DE AGUINALDO
- Oración para todos los días
- Consideración del día
- Oración a la Santísima Virgen
- Oración a San José
- Gozos o Aspiraciones para la venida del Niño Jesús
- Oración al Niño Jesús
1. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
2. CONSIDERACIÓN DEL DÍA
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Novena de Navidad: día 7
Representémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo, aún no nacido, al Creador del universo hecho hombre. Contemplemos la humanidad y la obediencia de este Divino Niño que aunque de raza judía y habiendo amado durante siglos a su pueblo con una predilección inexplicable, obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si hubiese para Él en esa circunstancia algo que le halagase, y quisiese apresurarse a aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento en el que venía al mundo.
¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la única cosa creada que tenga atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará la humildad de Jesús a amar esa hermosa virtud?
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¡Ah...! Que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones, porque todo clama por este feliz acontecimiento. El mundo, sumido en la oscuridad y el malestar buscando y no encontrando el alivio de sus males, suspira por su Libertador. El anhelo de José, la expectativa de María, son cosa que no puede expresar el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla, si es lícito emplear esta expresión adorablemente impaciente por dar a su Hijo único al mundo, y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles.
El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esta santa humanidad tan bella que Él mismo ha formado con tan especial y divino esmero, en cuando al Divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo mimo que hacia Belén, Apresuremos con nuestro deseo el momento de su llegada; purifiquemos nuestras almas para que sean su mística morada, y nuestros corazones para que sean su Manis terrenal; que nuestros actos de mortificación desprendimiento “preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos”.
3. ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Soberana María, que por vuestras grandes virtudes, y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.
¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Se reza el Avemaría tres veces
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Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén
4. ORACIÓN A SAN JOSÉ
Oh Santísimo San José! esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.
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Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
Se reza el Padrenuestro una vez
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Se reza el Avemaría una vez
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Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén
Se reza Gloria al Padre una vez
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Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
5. ASPIRACIONES PARA LA VENIDA DEL NIÑO JESÚS
Dulce Jesús mío, mi niño adorado,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, Adonay potente, que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah!, ven prontamente para rescatarnos. ¡Y que un niño débil muestre fuerte brazo!
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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, raíz sagrada de José, que en lo alto
presenta al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado
lirio de los valles, bella flor del campo!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
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¡Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh, Niño, con tu blanda mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!
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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan preciado, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Espejo sin mancha, Santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y, en forma de Niño, da al mísero amparo!
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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto
bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño! ¡Ven, Dios humanado!, luce hermosa estrella, brota flor del campo.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Ven que ya María previene sus brazos
do su niño vean en tiempo cercano!
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¡Ven que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
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¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Te vean mis ojos de ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas, bese ya tus manos!
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Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
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Ven, Salvador nuestro
por quien suspiramos.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
6. ORACIÓN AL NIÑO JESÚS
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús! que dijisteis a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad, agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en Vos, oh Jesús, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.
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Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto…
Nos entregamos a Vos, oh Niño omnipotente, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza. Y de que, en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
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