En octubre de 1582, el mundo experimentó un fenómeno peculiar en su medición del tiempo: de repente, 10 días desaparecieron del calendario. Este hecho no fue resultado de lo paranormal, sino de la implementación del calendario gregoriano, que reemplazó al antiguo calendario juliano.
El calendario juliano, en uso desde la época romana, tenía un año de 365 días y 6 horas. Sin embargo, la órbita real de la Tierra alrededor del Sol requiere 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45 segundos.
La pequeña discrepancia de 11 minutos y 15 segundos por año generó un desfase de 10 días entre el calendario y las estaciones a lo largo del tiempo.
Para corregir esta discrepancia, el Papa Gregorio XIII emitió la bula Inter gravissimas en febrero de 1582, introduciendo el calendario gregoriano.
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Con el objetivo de alinear el calendario con el nuevo sistema, se eliminaron directamente 10 días del mes de octubre de 1582.
El día después del 4 de octubre pasó a ser el 15 de octubre. Esto implicó que los días del 5 al 14 de octubre simplemente no existieron en ese año.
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La adopción del calendario gregoriano no fue universal ni inmediata. Mientras países como España, Italia y Portugal lo adoptaron en 1582, otros como Inglaterra y sus colonias lo hicieron mucho más tarde, en 1752.
La eliminación de 10 días generó confusión y protestas, especialmente entre sectores religiosos que lo veían como una interferencia divina.
A pesar de las controversias iniciales, el calendario gregoriano se convirtió en el sistema de referencia temporal dominante a nivel mundial.
Su mayor precisión permitió una mejor planificación agrícola, religiosa y social.
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La transición de un calendario a otro resultó en anécdotas curiosas, según un artículo de National Geographic . Aquellos que fallecieron justo antes del 5 de octubre, como Santa Teresa de Jesús, tuvieron que "esperar" en el papel otros diez días antes de ser enterrados.
La celebración conjunta del Día del Libro para Cervantes y Shakespeare es irónica ya que ninguno murió ese día. Cervantes falleció el 22 de abril de 1616, pero debido al cambio de calendario, fue enterrado al día siguiente. En Inglaterra, que aún seguía el calendario juliano, cuando era el 23 de abril ya era el 3 de mayo en España.
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Esta singular transición de calendarios en 1582 sigue siendo un fascinante evento histórico que destaca la importancia de la precisión en la medición del tiempo y deja tras de sí anécdotas curiosas que aún nos asombran.