En la Cámara de Comercio de Bucaramanga se presentó, esta semana, el más reciente informe sobre las megaobras de infraestructura en Santander . El resultado es un panorama preocupante y un evidente atraso en la región.
Marcela Gualdrón, quien hace la veeduría en los municipios de la provincia Guanentina, expresó su profunda preocupación acerca del avance de la variante de San Gil y dijo que la obra está cerca de convertirse en un elefante blanco porque el contrato termina en diciembre de este año y el atraso en la construcción supera el 40%.
El contrato para la variante de San Gil se firmó en 2018 y desde entonces ha enfrentado numerosos obstáculos. La empresa contratista, Concay S.A., ha recibido más de 60 procesos sancionatorios y uno de ellos terminó en una multa de 1.300 millones de pesos. Esto plantea interrogantes sobre la efectividad de la supervisión y el cumplimiento contractual.
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“La obra de la variante, que completará 63 meses con los 11 que le adicionaron en el último año, se encuentra actualmente en un estado lamentable por las demoras en la ejecución y lo más triste es que cuando se le pregunta al contratista o al Instituto Nacional de Vías, Invías, la respuesta es que el contrato sigue vigente. La situación se complica aún más debido a la falta de gestión predial, pues de los 219 predios necesarios para completar la obra, sólo se han adquirido 51”, señala la veedora.
La variante de San Gil consiste en una vía bidireccional de aproximadamente 9,6 kilómetros de longitud, con carriles de adelantamiento. Esta vía pretende dar solución al tráfico que genera el paso de vehículos de carga pesada por el municipio de San Gil. Esta construcción Incluye dos viaductos: uno para cruzar el río Fonce y otro en la quebrada Las Lajas.
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