Julio Martín Pinzón se cansó de que lo miraran con ojos de lástima y discriminación, camina con dificultad con el apoyo de una muleta. Desde los tres meses sufrió parálisis infantil y al lado de algunos amigos con inconvenientes físicos, creó la Red laboral de personas con discapacidad en Bucaramanga.
Este hombre, que rechaza cualquier mirada de compasión frente a la lesión que lo acompaña prácticamente desde que nació, asegura que la empresa se dedica a conseguir recursos a través de dos sectores, el agrario y el industrial.
“Nosotros trabajamos y compramos el reciclaje en todas sus formas, sea madera, vidrio, ropa, calzado, materias primas, chatarra, cobre, aluminio, bronce. Todo eso para nosotros es importante, porque lo procesamos y lo transformamos”, asegura Pinzón.
Pero el objetivo de esta empresa, que en la actualidad reúne a 10 personas resilientes y "berracas", va mucho más allá. Parte de los recursos que obtienen, la utilizan con el fin de elaborar llantas para sillas de ruedas y otras ayudas técnicas para esa población.
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Por esas cosas de la vida, cuando le arregló las llantas de su silla a un precio seis veces menor del que le cobraban en otros sitios, Julio conoció a Claudia Badillo, una mujer que a pesar de tener dificultades para caminar debido a la polio que sufrió cuando tenía apenas dos años, se convirtió en alma y nervio de esta red laboral.
Claudia asumió la presidencia de esta organización y está encargada de liderar la parte agrícola que también le representa ingresos a la empresa. “Cultivamos productos como el plátano, el banano que traemos a vender a la ciudad sin necesidad de químicos para que no nos afecte la salud.
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También ofrecemos plantas como suculentas, novios, cactus, rosos y otras”, explicó la mujer que cultiva en una finca ubicada en la vereda Capilla Baja, en el corregimiento 2 de Bucaramanga.
El mundo del emprendimiento que ahora vive esta mujer alegre, que siempre tiene una sonrisa para atender a sus compradores, es muy diferente al que conoció por muchos años cuando se dedicó a la elaboración de zapatos en una de las fábricas de la ciudad.
Mientras siguen en su propósito de transformar plástico, madera, prendas de vestir, metales y cultivar alimentos orgánicos, Julio y Claudia son el rostro de 25.000 personas con discapacidad física, que piden a gritos que no se compadezcan de ellos, solo quieren oportunidades para demostrar que sí pueden.
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