La difícil situación en materia de derechos humanos por la que atraviesa la zona del Catatumbo, Norte de Santander, se agudiza con el pasar de los años. El abandono estatal y la guerra marcada por todos los actores armados que confluyen en un territorio rico en diversidad, pero también estratégico para las rutas del narcotráfico y la frontera con Venezuela, dejan en evidencia la necesidad que mantienen las comunidades de poder superar estos factores para avanzar en el desarrollo y el progreso.
Para lograrlo, se requiere una verdadera inversión social y apuesta de paz estable y duradera.
Con la firma del acuerdo de paz hace cinco años se creyó que el panorama sería otro en cada una de las poblaciones que lo conforman, sin embargo, desde su firma y la poca implementación en los territorios, la guerra y el abandono siguen como antes y tienden a empeorar.
"Si no hay una verdadera política de paz y una implementación total de los acuerdos, el panorama no será otro más que la guerra y escenarios de conflictos en los territorios", dijo Juan Carlos Quintero, líder de la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat).
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Las familias tenían otras esperanzas luego de la firma, una de ellas, que la paz comenzara a notarse en algunas zonas, que los planes de sustitución gradual de cultivos fueran efectivos, que se ejecutarán obras en favor de sus necesidades en materia de vías, salud, educación, agricultura y deporte.
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"El campesino quedó decepcionado con el acuerdo, si bien es cierto, los proyectos del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet) que se ejecutan en varias poblaciones muestran obras, pero, son tan básicas que no logran un verdadero trasfondo entre lo que las comunidades necesitan y la región requiere", agregó el padre Ramón Torrado, integrante de la Comisión de Paz de la Diócesis de Ocaña.
Entre tanto, el líder social Carmen Abril siente que con todo este incumplimiento se avecina una nueva guerra, un rearme de subversivos que hoy enfilan grupos como las disidencias del Frente 33 y 41 de las Farc, que hacen presencia en Norte de Santander.
A esto se le suma el incremento de los combates, las personas lesionadas y fallecidas por minas antipersona, los desplazamientos forzados, la estigmatización de personas, el asesinato de líderes sociales, la erradicación de cultivos ilícitos, las amenazas, secuestros y extorsiones que están a la orden del día.
"Ciertamente uno, desde la puerta de su casa, siente este ambiente de desolación, abandono y guerra. Lo que se viene será peor que lo que hemos vivido en más de 50 años', aseguró.
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En el Catatumbo, si bien es cierto se perdieron las esperanzas en el acuerdo, esperan que el panorama pueda dar un giro con las apuestas sociales en inversión y desarrollo para sus comunidades.
El abandono estatal los ha marginado y los mantiene en un atraso en distintos factores, los mismos que hacen que la única herramienta para subsistir y avanzar en busca de mejores condiciones de vida, sea la hoja de coca, pues los productos tradicionales como la cebolla, yuca, plátano, café, cacao, cebollín, aguacate y los cítricos, no tienen ni garantías en el cultivos y mucho menos en la comercialización.