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Unos 2.000 indígenas Awá continúan desplazados por enfrentamientos armados en Barbacoas y Ricaurte

La mayoría de pobladores afectados son menores de edad, adultos mayores y madres cabeza de familia que subsisten en precarios albergues localizados en el corregimiento de Altaquer, en la vía que de Ricaurte conduce a Tumaco.

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Vereda en Nariño.
Foto: Blu Radio

Blu Radio llegó hasta una de las veredas en zona rural de los municipios de Barbacoas y Ricaurte, en Nariño , donde se libran combates entre estructuras armadas ilegales, que en menos de un mes dejan como saldo cuatro comuneros asesinados y otro muerto más tras pisar un campo minado.

Más de 2.000 indígenas de 13 comunidades y pueblos desplazados de la etnia Awá de todo el piedemonte costero nariñense esperan que el Gobierno nacional y los grupos armados ilegales brinden las garantías para retornar a sus territorios, escenarios de combates desde el pasado 28 de mayo.

La mayoría de pobladores afectados son menores de edad, adultos mayores y madres cabeza de familia que subsisten en precarios albergues localizados en el corregimiento de Altaquer, en la vía que de Ricaurte conduce a Tumaco.

En la vereda Brisas, uno de los ochos resguardos donde se han registrado intensos enfrentamientos entre el ELN, las disidencias de las Segunda Marquetalia de las Farc y el estado mayor central de Iván Mordisco, los pocos habitantes que se quedaron dicen que tienen miedo porque no saben qué pueda pasar y solo quieren que el Estado colombiano logre reivindicar sus derechos básicos y brinde todas las garantías para que sus comunidades, hoy desplazadas, puedan retornar a sus territorios.

En los resguardos el Palmar, San Antonio, Chagüí Chimbuza, Magüí, hay decenas de casas desocupadas, otras más con candados en sus puertas, el puesto de salud cerrado y la única escuela de la zona no tienen alumnos y docentes, todos se fueron por culpa de la guerra.

En el territorio, todos hablan de la presencia de actores armados dentro de resguardos indígenas y de las afectaciones de forma general a sus usos y costumbres, porque aseguran que han dejado de salir a las faenas de pesca, caza y pesca por miedo a quedar atrapados en medio de los combates o, en el peor de los casos, a pisar una mina antipersonal.

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Aquí es muy común ver decenas de familias hacinadas en casas o hasta en rústicas iglesias, todos huyen de los combates, porque de algo sí dicen estar seguros: la violencia de la guerra y el conflicto armado, que por décadas se han tomado el territorio, están interrumpiendo y alteran de forma obligada la vida, no solo la de los pueblos indígenas, sino de toca la comunidad del piedemonte costero nariñense.

Estas comunidades, que están a punto de cumplir más de un mes desplazadas y otro más en confinamiento, dicen querer retornar a sus fincas y casas, pero tienen miedo a los campos minados y que sigan los enfrentamientos armados.

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Es tan difícil la vida de estas comunidades que la única tarabita que existía fue dinamitada por los grupos armados ilegales para evitar su utilización, pues era el único medio que permitía acortar distancias entre las veredas.

En sus rostros se ven reflejados el miedo y la desesperanza porque, aseguran, nadie los está escuchando, motivo por el que tuvieron que tomar las vías de hecho, como ocurrió con la toma a la carretera al mar.

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Ante este grave panorama, las autoridades indígenas Awá, pidieron garantías para sus comunidades pues están seguras de que en menos de un mes cuatro comuneros fueron asesinados y uno más murió al caer en un campo minado.

En estos resguardos indígenas de la comunidad Awá en Nariño, agrupados en Camaguari, hace falta, dicen, de todo, por lo que piden programas de salud, educación, vivienda, tierras y proyectos productivos.

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