Raúl Castro, sin Presidencia pero con poder en Cuba: columna de Óscar Montes

Durante sesenta años los hermanos Fidel y Raúl Castro han dominado a Cuba a su antojo. Después del triunfo de la Revolución en 1959, los Castro construyeron un proyecto político a su medida.

Nada escapa a su control, desde el aparato productivo, hasta los medios de comunicación. En Cuba no se mueve la hoja de un árbol sin que el régimen lo sepa.

Pero las cosas empiezan a cambiar en la isla. Mañana será un día histórico en Cuba, porque Raúl Castro, heredero de Fidel, se retirará de la Presidencia. Por primera vez en seis décadas, un Castro no estará al frente de los destinos de la isla, lo que no significa que abandone el poder. 

En efecto, Raúl Castro ya no será el Presidente de la isla, pero seguirá como el primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), el único partido político permitido.

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Seguirá, además, como comandante de las poderosas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y su familia seguirá con el control de sectores fundamentales para la economía de la isla, como la seguridad y el turismo.

Todo parece indicar que el sucesor de Castro será su actual vicepresidente, Miguel Díaz Canel, quien será elegido por la Asamblea Nacional de los 31 miembros que confirman el Consejo de Estado. 

No hay que hacerse muchas ilusiones sobre grandes transformaciones en Cuba, pues Díaz Canel, 57 años, es un hijo de la Revolución y está hecho a imagen y semejanza de los Castro.

El nuevo Presidente representa el continuismo de un modelo político que ejerció y sigue ejerciendo gran influencia en América Latina, hasta el punto de que algunos gobiernos, como el de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, pretendieron replicarlo sin cambiarle una coma.

Mañana, pues, Raúl Castro dirá adiós a la Presidencia, pero no abandonará el poder. No es mucho, pero el algo, para un país que hace 60 años soñó con una revolución exitosa y hoy padece la peor crisis de su historia.