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Masacre de las Bananeras: 90 años de soledad y olvido

El paso de los años parecería cerrar luces en el episodio, pero rastros documentales revelan atisbos de la verdad que se ha querido negar y que aún es objeto de debate.

Bananeras
Blu Radio
AFP
Doce muertos según la versión oficial, cien según un periódico barranquillero, un millar según un cable desclasificado por la CIA y hasta 3.000 según la historia negra: el saldo de la Masacre de las Bananeras, el bautizo de fuego del movimiento sindical colombiano, completa 90 años en la incertidumbre y el misterio. 
 
Descrito por Gabriel García Márquez en Cien años de soledad,

el horror negado se sale de toda proporción para revelar al mundo una tragedia que de no ser por la agudeza del nobel colombiano resultaría inenarrable. 

Vea también:Cabal culpa a García Márquez de “mentira histórica” de Masacre de las Bananeras


 
“Horas más tarde, en un tren que atravesaba la noche, José Arcadio se descubrió acostado sobre los muertos. Los cuerpos estaban ubicados como el banano, arrumados en el mismo sentido en que se transportaban los racimos. Eran miles de cadáveres en casi doscientos vagones de carga que se alejaban cada vez más de Macondo en dirección al mar, para ser arrojados como el banano cuando se ha echado a perder”, escribió el hijo de Aracataca. 
 
El paso de los años, que pareciera decantar la verdad, por el contrario parece cerrar luces frente al episodio histórico. Sin embargo, varios rastros documentales dejan ver algunos atisbos. 
 
Telegramas desde la Embajada 
 
Uno de los detalles que han pasado de agache frente a la Masacre de las Bananeras ha sido la participación de diplomáticos estadounidenses en el episodio. Informes desclasificados de memorandos emitidos por la Embajada norteamericana han demostrado el interés por movilizar embarcaciones de guerra para contener las manifestaciones. Los cables desclasificados lo dejan patente.  
 
“Los sentimientos en contra del Gobierno por parte del proletariado y las tropas es muy alto y está en duda que podamos depender del gobierno colombiano para protección. Puedo respetuosamente sugerir, que mi solicitud para un buque de guerra estadounidense, colocado en las cercanías, sea otorgada y que éste esté pendiente de mi llamado”, escribió el embajador el 6 de diciembre. 
 

 
Un telegrama, ese mismo día, muestra la fluida comunicación entre el Gobierno y los diplomáticos extranjeros: 
 
“También por medio del Canciller que me dijo el sábado que el Gobierno enviaría tropas adicionales y arrestarían todos los lideres huelguistas a quienes transportarían a la prisión en Cartagena; que el gobierno daría protección adecuada a los intereses americanos involucrados”, rezó la misiva.  
 

 
Tres semanas después, se conocería un primer balance, el cual fue reportado con “honor”: 
 
“Tengo el honor de reportar que el consejero legal de la United Fruit Company aquí en Bogotá afirmó ayer que el número total de huelguistas muertos por las autoridades militares colombianas durante los recientes disturbios alcanzó entre quinientos y seiscientos; mientras las tropas no sufrieron bajas”, sostuvo el memorando. 
 

 
Finalmente, un mes y 10 días después de la masacre, también con orgullo se da un balance de muertos que superó el millar de personas. 
 
“Tengo el honor de reportar que el representante en Bogotá de la United Fruit Company me dijo ayer que el número total de huelguistas muertos por los militares colombianos excede los mil”. 
 

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Detalles poco conocidos 
 
De acuerdo con la investigación de Jorge Eliécer Gaitán, la cual se convirtió en un hito de los discursos ante el Congreso colombiano, la masacre de las Bananeras no se limitó a la ejecución sin fórmula de juicio de personas en la plaza de Ciénaga. También se presentaron diversos abusos en contra de moradores del pueblo y manifestantes, los cuales se prologaron por varios días. 
 
Según Gaitán, hubo evidencia de fosas comunes y se determinó que el número real de víctimas superaría los 1.500. 
El general Cortés Vargas, señalado como autor material de la masacre, aseguró posteriormente que la decisión de autorizar abrir fuego se dio pues tenía conocimiento de la existencia de barcos estadounidenses cerca de la costa, los cuales desembarcarían para defender al personal de la United Fruit Company. 

 
 

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