La brutal agresión del actor Alejandro García a su expareja la también actriz Eileen Moreno, ocurrida hace algunas semanas en Ciudad de México, muestra la dimensión que ha tomado el flagelo del maltrato a la mujer. Los enormes daños físicos y psicológicos causados no tienen ninguna justificación, como pretenden hacerlo ver tanto el actor como quien fuera el representante artístico de García y Moreno.
En efecto, un audio dado a conocer en las últimas horas por el actor colombiano con el propósito -según él- de que conozcamos a “a la verdadera Eileen Moreno”, en realidad a quien nos permite conocer es al verdadero Alejandro García. El audio muestra una discusión entre la pareja, en la que ella, exaltada y fuera de si, le grita palabras de grueso calibre.
Es decir, García pretende no solo asumir el papel de víctima, sino justificar la salvaje agresión que luego le propinó a su pareja de ese momento. Y algo peor: al dar a conocer el audio en estos momentos -vaya uno a saber, aconsejado por quién- muestra su verdadero talante de hombre cobarde y carente de valores, entre ellos el respeto a la mujer.
Según la lógica de García, “la verdadera Eileen Moreno”, cuya tragedia ha despertado la solidaridad de millones de colombianos, merece la golpiza que le propinó y que le dejó graves secuelas físicas y psicológicas.
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La agresión contra la mujer es mucho más que un maltrato físico o psicológico: es un intento de homicidio. El agresor tiene la intención de causar un daño irreparable a la persona agredida.
Ya es hora de que la sociedad entienda que destrozarle el rostro a una persona en estado de indefensión y en absoluta condición de desigualdad física, no es una conducta justificable ni por la ira ni por el dolor. Nada justifica un comportamiento criminal de tal magnitud.
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De manera que Alejandro García, en lugar de pretender justificar su actuación ante los medios de comunicación, lo que debería hacer es rendir cuentas ante la justicia.
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