En el caluroso desierto guajiro, las mujeres wayuú desempeñan un papel fundamental en la supervivencia y sostenibilidad de sus comunidades. Desde jóvenes, se les enseña a tejer y a utilizar una combinación de colores en la creación de chinchorros y mochilas, habilidades que se convierten en su herramienta esencial para proveer el sustento de sus familias y mantener vivas las tradiciones ancestrales.
Históricamente, los wayuú han vivido en comunidades matriarcales, donde las mujeres tienen un papel preponderante en la toma de decisiones y son responsables del trabajo de fuerza, la comercialización de las mochilas y la crianza de sus hijos. Estas habilidades transmitidas de generación en generación son esenciales para el bienestar de toda la comunidad.
A pesar de enfrentarse a precarias condiciones, como la falta de acceso a agua y alimentos, las mujeres wayuú, lo poco que logran conseguir, lo reparten entre quienes los rodean, buscando que nadie pase hambre y que todos puedan sobrellevar las dificultades juntos.
“No es fácil porque las mujeres son artesanas, ellas vendían las mochilas y chinchorros, entonces ellas comerciaban, eso es muy poco lo que se gana eso, muy poco lo que se ganan ellas, entonces, para darle la comida a los niños no era como que algo completo, sino poco. Caminan hasta Uribia o hasta Manaure, allá hay unas tienditas, muchas veces toca a pie, cuando se puede van en moto. Pero eso es solo cuando hay dinero”, explicó la madre Elena Movil Urariyu.
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Sin embargo, uno de los mayores desafíos para estas mujeres es tener que enfrentar la dura realidad de explicarles a los niños que no hay comida ni agua. En situaciones de escasez, se ven obligadas a emprender largas caminatas solas a través del caluroso desierto para abastecerse.
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