Jesús David Díaz, estudiante de bachillerato de 18 años, es uno de los tres jóvenes asesinados en este corregimiento al sur de Sincelejo, tras ser detenidos por la Policía.
Con la mirada puesta en la fotografía de Jesús David, a Cindy Sierra solo se le viene a la mente esa tarde en la que su hermano llegó a casa ensangrentado con una herida en una pierna.
"Él no se bajó de la moto, yo simplemente me subí detrás de él. Nos fuimos rumbo a un hospital en Sincelejo, pero lamentablemente nos encontramos con un retén y ahí fue la última vez que vi a mi hermano", contó.
Agregó: "Yo lo vi herido y le pregunté qué le había pasado y me dijo que un policía le había disparado. Le pregunté que por qué le habían hecho eso y me dijo: “Por nada”, que él solo estaba viendo practicar stunt (acrobacias en motocicletas)”.
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A Jesús David lo llevó a casa su amigo José Carlos Arévalo, quien lo auxilió en su moto. En ese mismo vehículo salieron José Carlos, Jesús David y Cindy rumbo al hospital, pero juntos solo llegaron hasta el sector al que aquí todos llaman el Cruce de la Muerte en Sincelejo.
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"Estando ahí en el cruce, los policías nos bajan de la moto a los tres y a ellos les empiezan a apuntar, les dicen que se tiren al suelo boca abajo. Yo preguntaba que por qué lo hacían, que necesitábamos llegar al hospital para que atendieran a mi hermano, pero ellos no me escuchaban", recordó.
Cuenta que en ese momento iba pasando Carlos Ibáñez, quien se convertiría en la tercera víctima de este hecho, solo por preguntarle a la Policía por qué atacaban a los otros jóvenes.
"Entonces uno de los policías le dijo: "Ah tú también vienes con ellos, tírate al suelo". Ahí él se tiró también al piso y la verdad ninguno de los tres se opuso a eso, simplemente obedecieron", narra.
"Yo me puse nerviosa, empecé a llorar, les decía que los dejaran, que ellos no estaban haciendo nada. Pero los policías empezaron a enfurecerse y a patearlos a los tres. Cuando ellos (los uniformados) ven mi desesperación, me empujan y me alejan de ahí, pero a lo lejos yo veía que los seguían golpeando", dijo.
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Y así Cindy dice que la hicieron ir del lugar, donde "había más de 30 policías presentes". Tres horas más tarde les avisarían que su hermano y los otros dos jóvenes estaban muertos.
Pero hay alguien más que denunció agresión de la Policía esa misma noche del 25 de julio. Se trata de un hermano del fallecido Carlos Ibáñez al que le quitaron todo lo que llevaba puesto y hasta el habla, porque no quiere pronunciar palabra después de recibir amenazas.
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Solo recuerda que no es primera vez, pues antes también tuvo un incidente con la Policía por violar la cuarentena.
"Yo salí por aquí con mi moto, para calentarla, y enseguida me cogieron, me esposaron y me subieron a la camioneta. Ese día me querían golpear, pero no lo hicieron", dijo.
Aunque dicen que perdieron la confianza en la Policía, hoy los chochoanos confían en que haya justicia y que los responsables les den la cara algún día.
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