Desde 2018 es doloroso el amanecer de cada 27 de enero para las familias de los seis policías muertos y más de 40 heridos que dejó el atentado del ELN en la Estación San José. Este jueves, más que nunca, fue de esos días en los que Candelaria Navarro despertó entre lágrimas recordando la memoria de su hijo, el policía Yossimar Márquez, de 31 años, que se convirtió en uno de los fallecidos.
"No hay justicia por las muertes y eso que el hijo mío era un funcionario público", dijo Navarro a BLU Radio.
A pesar de haber tres capturados, aún no existe una condena o una decisión judicial de fondo, es más, un cuarto implicado todavía está prófugo. Incluso, el mismo día de la explosión, cerca del lugar de los hechos, se produjo la captura de Cristian Camilo Bellón, señalado de ser miembro de una célula urbana del ELN y de haber accionado la bomba.
La impunidad agudiza el dolor de las víctimas.
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Yossimar dejó una niña de 3 años y a su esposa embarazada de cinco meses. El embarazo, desde luego, fue difícil y hoy su segunda hija, a la que nunca conoció, sufre las consecuencias de su trágica muerte.
"Nació sana, pero empezó a enfermarse, tiene problemas para hablar, dicen que es de todo esto", contó la madre del uniformado.
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Como víctima, Candelaria aún espera una indemnización del Estado e, incluso, no pierde la esperanza de que el ELN , que se atribuyó el ataque, deje las armas y los repare.